domingo, 1 de julio de 2018

1 de julio. A Pablo Dominguez-Mompell Román

La imagen puede contener: nube, cielo, exterior y naturaleza

Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
1 de julio, mes ciertamente vacacional aunque el preferido por la mayoría sea agosto. Mes donde el cansancio se ha instalado en cada uno después de un año de arriba para abajo con tantas obligaciones. Mes donde se aprovechan más los días y también las noches. Mes donde hay tiempo para todo menos para Dios que bien se sabe no conoce lo que son las vacaciones.
Sí, porque Dios nunca descansa e incluso está más pendiente de nosotros cuando estamos de vacaciones pues existen muchos peligros que a lo mejor con el día a día no nos damos cuenta que están ahí.
Recuerdo que julio era el mes de vacaciones de mi padre Juan José, Juanito para casi toda La Isla, y recuerdo ese inmenso calor pero todos unidos en familia en ese campito que se pudo comprar con años y años de esfuerzos.
Mis recuerdos con mi padre se difuminan en tres o cuatro fogonazos pues él murió joven cuando yo era aun muy niño. Pero si me acuerdo de esa unión, de ese sentido de familia, de ese hombre serio de sonrisa permanente, de ese hombre tranquilo y lleno de paciencia.
Julio, por razones obvias, es un mes cargado de emociones que anidan en mi corazón y tiene que ser así mientras viva.
Pero en estos meses de vacaciones también hay personas que no descansan ni laboral ni en su día a día. Hay personas que tienen que sacar su vida, su familia, hacia adelante. Hay personas que con su testimonio de vida de hoy pero sobre todo de ayer nos recuerdan que por muy mal que pueda ir la cosa con la ayuda de Dios, que nunca se va de vacaciones, y con fuerza de voluntad se puede coger el paso y caminar seguro.
Hay personas que leerlos, escucharlos, verlos e incluso meditar sus silencios te enseñan, te hacen ver que la vida es como una rosa: Bella como ninguna y con espinas que desgarran nuestra piel y nos causan inmenso dolor. La vida es muy bonita, es inmensamente bella, pues es un regalo que nos hace Dios pero la misma igual que te hace gozar te hace sufrir a base de padecimientos, dolores, incomprensiones, humillaciones, persecuciones, ingratitudes...
Pero del dolor se sacan las mayores y mejores enseñanzas, del dolor se aprende más que de los halagos y vanaglorias, del dolor se unen personas que siempre permanecerán porque comparten experiencias de vida que son muy difíciles de comprender por los que no han padecido ni han sufrido en demasía en la vida. Dios da a cada uno la cruz que puede soportar.
Hoy quiero dedicar mi primera reflexión de este mes de julio a mi hermano Pablo Dominguez-mompell Roman porque con su vida y testimonio me enseña lecciones de como afrontar mi día a día con alegría, Fe y Esperanza.
¡Feliz domingo!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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