Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Alejado del "mundanal" ruido aquí en mi Atalaya de Villaluenga del Rosario la verdad es que se ve todo de manera muy distinta, de distinta manera.
La vida necesita de ese necesario sosiego, de esa necesaria paz, de esa imprescindible desintoxicación, que tanto nos influye, tanto nos desconcierta, tanto nos agota, tanto nos vicia...
Reconozco que cuando aquí me encuentro vivo en la tranquilidad, las ideas brotan en mi cabeza como una impresionante lluvia de estrellas que en nuestro cercano cielo es más fácil presenciar, aquí se vive distinto y eso es inmensamente bueno.
Lo tóxico, lo viciado, lo malo suele venir de fuera porque existen muchos que necesitan enturbiar las buenas relaciones, la buena convivencia, la buena vecindad.
Lo bueno que tiene lugares como Villaluenga es que defienden a capa y espada sus orígenes, su cultura, sus tradiciones, su forma de ver y entender la misma vida y claro la agua turbia pronto se vuelve clara, limpia y cristalina.
Eso no pasa en las ciudades, en los lugares donde hay muchos pensando como hacer la puñeta al resto, donde o se piensa como ellos o eres un maldito, donde los intereses son los que son y si hay que acabar con lo que nos es original pues se acaba y punto, donde ya muchos viven en esa clase de transparencia de no importar a nadie e incluso a ellos mismos.
Por eso disfruto de una vida que es más vida en un pequeño pueblo que la verdad sea dicha me enseña que las virtudes hechas valores se mantienen más allá de los tiempos porque forma parte de ese adn que ha pasado de padres a hijos. ¡Tenemos que aprender tanto de los Pueblos!
¡Feliz sábado!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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