Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy es de esos días que mis ojos miran en modo Esperanza pues casi no puedo conmigo. Esto tiene mi enfermedad, que las secuelas no son molestas, son lo siguiente.
Pero en estos días en los que las fuerzas se te marchan, en estos días que miras a través de la ventana, en estos días que hasta pensar me pesa, en estos días en los que el dolor se hace más nítido, más presente, en estos días es cuando me obligo a vivir, me obligo a no quedarme sentado, me obligo a levantarme, me obligo a seguir sonriendo, a seguir escuchando, a seguir ayudando, a seguir viviendo en la Esparanza.
No, no se puede uno quedar sentado mirándose el ombligo, no se puede quedar uno lamentándose de las "heridas", no se puede quedar uno diciendo que qué bien están los demás...
Dios no me ha dado una segunda oportunidad para esto, para que me quede apartado de todo, para que me cierre a la vida que me ha vuelto a regalar. Hacerlo sería llevarle la contraria, hacerlo sería ofender su bendito nombre con mi actitud, hacerlo sería ser infiel conmigo mismo...
Eso no quiere decir que cuando no se pueda más tenga que acostarme, apagar la luz, y hacer que Dios actúe en mi vida aunque yo no sea consciente. Él lo hará mejor que nadie porque sabe lo que necesito, lo que me hace falta.
Por eso este domingo miro con ojos de Esperanza, vivo en la Esperanza, pongo mis afanes y pocas fuerzas en manos del Señor con inmensa Esperanza, con inmensa gratitud.
¡Feliz domingo!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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