lunes, 11 de junio de 2018

11 de junio. ¡Soy cafetero!



Buen día nos dé Dios.
No sé lo que es empezar un día sin un buen café bien cargado. Soy cafetero que le vamos hacer...
De chico no, de chico hasta el olor me repelía, pero desde hace más de 32 años degusto su aroma, su paladar, su sabor intenso...
Degusto ese subidón que te da nada tomar el primer sorbo, es como abrir los ojos de verdad al nuevo día pues hasta entonces los habías tenido medio cerrados, es como ese ímpetu que necesitábamos para volver a empezar.
Soy muy cafetero pero antes lo era más. Recuerdo que hace cosa de 15 años bien podían caer unos 8 cafés diarios, eso sí no muy próximos a la hora de dormir porque soy de los que me quita el sueño. La patología digestiva que padezco hizo que el médico me prohibiera el café, al menos en esas cantidades, y transigió en una sola taza al día, la más mañanera, la que me hace despertar...
Reconozco que sin café no soy el mismo pues me encuentro más apagado, más mustio, más bajo de fondo...
Pero también comparto que soy cafetero de Dios pues lo necesito, me ofrece ese subidón que necesito todos los días para continuar la marcha, me hace abrir los ojos a la vida cada día de mis días, me hace estar despierto y atento a la realidad que me rodea y envuelve.
Y si soy cafetero de Dios también lo soy del Amor que regala a espuertas, que entrega sin medida, que nos inunda y nos hace vivir.
Soy cafetero es el aspecto más espiritual y también más vivencial pues necesito vivir desde el Amor que aquí en la tierra como en el cielo se llama Hetepheres.
Soy cafetero, moriré siéndolo, degustar su intenso sabor, nutriéndome de su aroma, disfrutando de ese momento que lo retienes en la boca y mientras cierras los ojos ves pasar secuencias de tu vida...
Hoy dedico mi reflexión mañanera a todos los cafeteros y en especial a mi querida Irina Orellana que sabe lo que es un buen café.
¡Feliz lunes y semana!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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