Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Me gustar observar más que mirar, me gusta embeberme con todo los que nos rodea con quienes nos rodean pues así en el silencio de cada cual aprendes más que si solo hablas tú contigo mismo...
Ayer estando en Ronda, en el antiguo Convento de los Dominicos hoy Palacio de Congresos, pude ver esa belleza que ponían los antiguos para las cosas de Dios. Aunque ahora esté desacralizado, es decir le falta ese calor que da el alma, todavía se puede admirar lo bello de lo que perdura en el tiempo.
Caminando pausadamente por el Claustro mis ojos se detuvieron en una ventana que era espejo del azul del cielo, del nítido azul del cielo y claro me hizo pensar.
Nosotros, como esa ventana, tenemos que ser espejo del azul del Cielo, ser espejo de la Palabra de Dios, ser espejo de su mensaje de Amor sobre todas las cosas. Ser espejo de nuestros hermanos más desfavorecidos, ser espejo de los perseguidos, ser espejo de los que viven su Fe a escondidas porque no pueden hacer de forma abierta, ser espejo en la defensa de la Vida, ser espejo en ser un cristiano, un católico, consecuente, ser espejo de coherencia, de tolerancia, de humanidad...
Sí, ser espejo de lo que Dios quiere de nosotros, de lo que Dios quiere para nosotros. Ser espejo es ser testigo que ofrezca al mundo un testimonio creíble de vida, un testimonio veraz, un testimonio que se convierta mano amiga en quién confiar.
Ser espejo, ser testigo, ser de Dios es a lo que estamos llamados aunque ahora está de nosotros el que queramos serlo.
¡Feliz martes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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