Buen día nos dé Dios.
La vida son cuadros cuyos lienzos a cada instante pinta Dios con los colores de esa inmensa paleta. Él sabe cuando qué nos viene mejor a cada instante, sabe que intensidad cromática necesitamos, sabe que no todos los días son iguales, no todos los días nos levantamos con las mismas ganas, el mismo ánimo, las mismas fuerzas...
Durante las 24 horas que tiene el día se van sucediendo los cuadros pintados a bote pronto, de un momento a otro, y todos son diferentes aunque nos puedan parecer iguales, todos son bellos aunque en nuestro interior podamos sentir esa tristeza, esa desesperanza, ese desconsuelo que es normal y también necesario pues nos enseña a fortalecernos en la Fe por medio del dolor y a comprender lo sublime de la existencia así como nuestra inmensa pequeñez.
Ahora podemos verlo todo de forma tenebrosa, oscura, y dentro de unos minutos admirarlo todo con ese color llamado Esperanza que no es un color en sí aunque yo la pinte de verde.
Es la grandeza de dejar hacer a Dios, de dejarle que moldee, que pinte en los lienzos de nuestras vidas esos trazos únicos como únicos somos cada uno de nosotros.
Él sabe sacar lo más bonito, lo más maravilloso, lo más digno, lo más honroso de nuestras vidas y por tanto seremos plenamente felices cuando sepamos ponernos en su manos con esa clase de humildad y mansedumbre que nos pide y que en verdad es tan aconsejable para encarar cada día de nuestros días.
Que desde que nos levantamos o nuestros ojos se tornen para descansar ese cuadro de cuadros, ese infinito lienzo, se distinga, con nuestros actos, hechos, gestos, silencios, que su autor no es anónimo sino el mismo Dios.
¡Feliz viernes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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