jueves, 12 de julio de 2018

12 de julio. La paciencia como virtud.

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Buen día nos dé Dios.
¿Eres de los que piensa que el que espera desespera?
Es verdad que no todos tenemos la virtud de la paciencia como no todos somos iguales gracias a Dios.
La paciencia, que cuesta mucho cuando se es demasiado joven, cuando se es demasiado impetuoso, cuando se va demasiado deprisa en el camino de la vida, es una de las virtudes que te otorga el Señor en el momento oportuno de la vida. La paciencia te da templanza, te ofrece ver el mundo desde otro prisma, te enseña que un día tiene tan solo 24 horas y que va pasando delante de tus ojos cada segundo.
Sí, pienso que la paciencia es un don de Dios.
Antes, os debo confesar, no tenía mucha pues siempre andaba demasiado liado por hacer cosas que creía eran importante y que con los años he podido comprobar que no era así.
Llegó la enfermedad, llegó la operación, llegó el post-operatorio y una lentísima recuperación.
El dolor, el cansancio, la incomodidad, hicieron que estuviera más tiempo acostado y sentado frente a la ventana que haciendo cualquier otra cosa. Sé lo que es ver pasar un día entero mirando tras el cristal de la ventana, como se movían las nubes, como cambiaba la tonalidad del cielo, como llegaba la siempre oscura noche...
Un día tras otro mi carácter iba cambiando, amoldándose a la nueva situación, acogiendo agradecido esta segunda oportunidad en la vida que el Padre Dios me había regalado. Segunda oportunidad de una nueva vida porque la anterior murió en ese quirófano allá en Madrid. Una vida más agradecida, más limitada, más intensa, más dolorosa, más paciente, más humana, más cercana, más sencilla, más sensible... No cambio mi actual vida por la de antes, no cambio como Dios me ha moldeado porque así ha sido su bendita voluntad.
Y en esas descubrí la PACIENCIA no vista como incordio sino como una virtud.
También descubrí lo que era la SUPERACIÓN con mayúsculas, esa fue siempre una vieja conocida pues de todos es sabido que soy "hombre hecho así mismo", pero esta clase de superación no la conocía, pues costaba sangre, dolor y lágrimas dar unos simples pasos, superar metas que estaban a distancia de unos simples metros. Con Paciencia y Constancia fui superando cada trecho hasta llegar cada día un poquito más lejos.
Sí, pienso que el que espera pacientemente ve la vida de otra manera, porque la siente así, porque sabe en lo más profundo de su corazón que es así.
Por eso cuando veo a Enriqueta con su mirada perdida y pacientemente sentada en la puerta de mi Atalaya en Villaluenga del Rosario tan tranquila pienso que no todo el que espera se llega a desesperar...
¡Feliz jueves!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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