miércoles, 11 de julio de 2018

11 de julio. El por qué me dan alergia los dogmáticos...

La imagen puede contener: Jesús Rodríguez Arias, árbol, planta, barba, cielo, exterior, primer plano y naturaleza

Buen día nos dé Dios.
Ayer ponía una frase en la cual decía era alérgico a ese tipo de personas que son dogmáticas, que no atienden segunda opinión, que no argumentan, debaten, rebaten, si no es para hablar de su idea, su opinión en la cual creen a pies juntillas. Conozco a muchos porque el dogmatismo abarca amplio campo de actuación: Los hay en política, en temas deportivos, en cuestiones sociales, en religión...
Será porque soy alérgico a los radicalismos, vengan de donde vengan, que cuando me encuentro con un dogmático que solo se escucha él entonces suelo dar un paso para atrás porque es muy difícil mantener una lógica conversación pues lo que este cree, piensa, opina es lo único permitido a los demás. Sí, un dogmático no atiende a segundas opiniones, de hecho ni las respeta pues enseguida sacan el dedo acusador llegando hasta etiquetarte pues desde dentro de sus entendederas ya te ha juzgado y condenado para mayor escarnio público y privado.
He conocido muchos en mi vida y la verdad es que he llegado a la conclusión de que no hay más cera que la que arde..
Recuerdo hace años que defendí a un obispo de nuestra Madre Iglesia ante un ataque cuando todo el mundo guardaba sepulcral y también cobarde silencio. Escribí lo que pensaba en público y le manifesté mi total apoyo. Esto hizo que muchos dieran ese necesario paso hacia adelante porque en la vida algunas veces te toca ser el primero, el que se lleva todas las bofetadas, y otras simplemente el último. Un día en un mensaje privado una señora, muy dogmática ella, me puso vestido de limpio al igual que al prelado al cual no conocía de nada y me refirió que tanto uno como otro deberíamos arder en la pira y que ella con gusto encendería la llama. Por supuesto no me molesté en contestarle pues la bloqueé de inmediato porque ante una persona tan radical, tan dogmática, no se puede hablar pues en verdad no llegas a nada sino a perder el tiempo y en mi caso sentir un profundo dolor de estómago. Cuando veo a este obispo, de año en año, siempre le recuerdo la anécdota mientras reímos de buena gana.
Y el ser dogmático es también vivir en una radicalidad donde todo es camino recto pues las curvas son peligrosas ya que te puedes encontrar a personas, con sus pensamientos, sus temores, sus padeceres, su vida, que difieran en parte o en todo con el que tiene un pensamiento tan único.
El mundo afortunadamente es amplio y diverso, las personas al ser únicas e irrepetibles nos ofrecen puntos de vistas diferentes en todos temas. ¿Yo qué sé lo que ha pasado o está pasando una persona cuando me manifiesta algo que no comprendo e incluso araña mis pensamientos? ¿Soy yo digno de juzgar y condenar a alguien sin apenas conocerla? A lo mejor, cada uno de nosotros, y que cada palo aguante su vela, tendríamos que hacer como Jesús y codearnos más con los desfavorecidos de alma y cuerpo, ponernos en su situación, no juzgarlos sino comprenderlos y así ayudarlos. La palabra por muy dura o por muy bonita que sea termina en esa papelera llamada olvido, los hechos permanecen por siempre.
No olvidemos que todos necesitamos ser ayudados, ser escuchados, ser comprendidos...
Hay una frase que dicen los antiguos que cada día hago más mía: ¡Vive, deja vivir, y sé Feliz!
Muchas veces en el transcurso de la oración, de la meditación, en el silencio del Sagrario o ante la majestuosidad de la montaña que Dios nos ha regalado y viendo lo que contemplo a diario pienso que si Jesús volviera a nacer como hace más de 2000 años, predicara como predicó, llevando la contraria incluso a los justos de la época, hiciera los milagros que hizo, se sentara con prostitutas, delicuentes, lo peorcito de cada casa, hablándoles con Amor volvería a ser crucificado por el mundo, por el nuestro tan avanzado, tan desarrollado, tan progresista, pero también por nosotros mismos y de eso estoy seguro.
Esa innecesaria radicalidad en todos los órdenes de la vida, ese dogmatismo que no lleva a ningún puerto, no va conmigo pues además de lo que he dicho y también lo pienso que personas tan rígidas, que pueden ser simpáticas e incluso bromistas, pero al final carecen de una de las virtudes que yo más valoro, que hace veas la vida con otros ojos, como es el sentido del humor.
Y para terminar os diré que yo solamente soy Fiel a Dios y a mi mujer, lo demás entra dentro del campo de la lealtad que para mí también es sagrada.
¡Feliz miércoles!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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