viernes, 10 de julio de 2015

desde el tren. Mi personal oración a Jesús.




Buen día nos de Dios. 

Jesús, en la inmensidad de la pequeñez de esta sencilla cruz te acojo en mi vida como el mejor regalo, el mayor de los tesoros porque Eres tan fuerte y frágil, tan duro o tan delicado, tan moderno o antiguo como la que reposa en mi mano que te aprieta porque eres mi báculo, mi apoyo, mi seguridad, mi libertad y la única Verdad que hay en mi vida. 

Porque Tú, Jesús, reposas tu dolor, tus sufrimientos, tu tristeza, Tu perdón y tu Amor en el madero de la Cruz. 

A ti no pueden adulterarte por más que lo intenten a diario, a ti no pueden disfrazarte queriendo sustituir Tu Cruz con símbolos que precisamente han sido la cruz de tantos que han ofrecido sus vidas por ti. 

Que bajo y mezquinos somos los hombres queriendo siempre llevar "las ascuas a nuestra sardina" aunque para eso ofendamos hasta lo más sagrado, lo que debería ser intocable. 

La Fe en Cristo no es nunca ideología sino alimento que construye día a día nuestra particular existencia. 

Jesús, que me ofreces serenidad en el sufrimiento, paz en la persecución, sosiego ante los insultos, felicidad ante la ignominia, tranquilidad ante la humillación, mansedumbre ante las maledicencias, humildad ante la defenestración te doy las gracias por ello pues por mucho que muchos digan y hagan soy Feliz porque mi felicidad radica en Ti, Señor. 

Jesús, te doy las gracias por los que me quieren y también por los que no y bien sabes que por todos elevo mi oración. 

Quiero ser capaz de orar de la misma manera que aquél niño que se acercó al Sagrario el otro día para decirte: ¡Te quiero mucho Señor! ¿Te acuerdas? Seguro que si porque en ese preciso momento solo estábamos nosotros tres: Tú, ese niño y yo que presencié la oración más simple y profunda de toda mi vida. ¡ ¡ Gracias por ello Jesús! 

Te pido también por los fieles difuntos, los difuntos olvidados y las Benditas Almas del Purgatorio así como los moribundos! 

Y te doy las Gracias, Tú bien sabes por qué

Doy gracias eternas a un querido hermano que me hizo el mejor de los regalos: La Cruz que tengo en manos. 

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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