viernes, 17 de julio de 2015

desde el tren. 17 de julio.




Buenos días Villaluenga.

Buen día nos de Dios.

La verdad es que el calor parece que quiere ser nuestro inseparable compañero en nuestro caminar veraniego.

Cuando todo es calor, cuando cuesta hasta moverse, cuando se nos hace más difícil el ir de un lado para otro, cuando la tensión se baja y estamos deseando que llegue esa hora del día donde el sol empieza a bajar y con él también algo las temperaturas es cuando echamos de menos el podernos bañar en la claridad del mar, en una piscina o en un caudaloso río que en algunas ocasiones te trae momentos de calma donde el mismo agua se posa para deleitarnos en todos los sentidos.

En tiempos de demasiadas preocupaciones, de demasiadas ocupaciones, de altisonantes ruidos que nos acompañan los que ansiamos la paz y el sosiego buscamos, no siempre con éxito, ese lugar donde el agua calma y refresca el lugar.

La calma refresca nuestros espíritus porque no es bueno siempre ir de allá para acá corriendo, la calma es ese necesario freno que pisamos cuando no podemos más y que teníamos que haber buscado antes porque en muchas ocasiones puede ser demasiado tarde.

En tiempos con demasiado exceso de información, que caminamos aseteados por las palabras, que el ruido se ha convertido en uno más de nuestra propio ser pensamos que qué bien estaríamos si al menos tuviéramos cinco minutos de profundo silencio.

Pero, ¿Estamos preparados para soportar el silencio?

El silencio se goza cuando te conoces como eres, te has llegado a perdonar por mucho de lo hecho que no ha estado del todo bien y has aprendido a quererte tal y como eres, sin trampa ni cartón.

El silencio es más demoledor que el propio ruido para los que tienen demasiados débitos en la vida y que quieren ocultar no solo del ojo ajeno sino del propio.

El silencio es esa agua en calma que nos ayuda a vivir mejor o como ese espejo que cuando te asomas te ves tal cual eres sin retoques, maquillaje que nos distraigan.

El silencio también es frescor porque en él puedes encontrar ese río caudaloso que transita justo al lado nuestra y sus hojas riegan esa higuera que ha salido recreando un paisaje inaudito de incomparable belleza.

El silencio también es encontrarte a Dios en total desnudez para dejarte abrazar por Él. ¡Necesitamos tanto a Dios y parece que no queremos reconocerlo!

En este tiempo de calor donde casi no nos deja que pensar deberíamos poner nuestros afanes en desconectarnos de nuestro particular mundo para escuchar el mejor de los conciertos: Las olas del mar al romper en la orilla,la brisa del viento romper en la montaña, el sonido del caudaloso río que pasa junto a nosotros y enamorarnos de la belleza más inaudita y más desapercibida de una higuera regada por el agua calma del caudal del río y todo eso en medio del silencio que nos llegue a guiar a la paz y el sosiego de espíritu.

¡Es tan fácil y tan difícil saborear el silencio!

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

Quiero dedicar esta reflexión a mi buen amigo Diego Barragán Sellez en su día. ¡¡Muchas felicidades!!

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