Buen día nos de Dios.
Cuando la tormenta arrecia en tu vida debes mantener la calma.
No creas que por hacer mucho de forma apresurada y con grandes dosis de nerviosismo vas a conseguir parar la tormenta y que el aguacero que cae sobre ti se va a calmar de la noche a la mañana como si tal cosa.
Cuando el mal tiempo, la lluvia, el viento, los rayos, el fuerte oleaje hacen que nuestra casa se llene de goteras y no sepamos ni dónde acudir es necesario actuar con calma, tranquilamente y con ese sosiego actuar.
Dicen que las prisas son malas consejeras y con intranquilidad cometemos fallos innecesarios que nos puede costar mucho a la larga.
Cuando tengas un serio problema encima de la mesa no te pongas nervioso. Levántate y da un paseo encomendando a Dios que te de ideas y claridad para su solución.
Una vez que te sientes de nuevo seguro que ves el problema con otros ojos y donde sólo había oscuridad veras la luz de las distintas soluciones que tiene lo que antes para nosotros nos había sobrepasado.
No hay nada en nuestra vida que no se pueda solucionar si tenemos verdadera fe, de las que mueve montañas y corazones.
Debemos acostumbrarnos a poner nuestro día a día en manos del Señor pues Él bien sabe lo que nos conviene y sobre todo CUANDO.
Con Jesús el mar está en calma, las estrellas lucen en el firmamento y una llena de dulce sosiego se instala en nosotros para siempre.
Sólo hay que aprender a confiar de forma plena y absoluta en Jesús porque a su lado la vida se convierte en la verdadera antesala de la misma gloria.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Sí, Jesús Nazareno eres mi mar en calma.
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