domingo, 26 de julio de 2015

desde el tren. 25 de julio.




Buenos días Villaluenga.

Buen día nos de Dios.

Hoy cuando me he asomado a la puerta un rico frescor me ha golpeado levemente la cara para terminar de despertarme y hacer que tomara conciencia de que un día nuevo había emergido tras el puerto de las viñas para que lo vivamos en intensidad de emociones, vivencias y sentimientos.

He querido sacar una fotografía que ilustrara esta particular reflexión matutina y cuando la he visto he sentido un cierto escalofrío porque el sol, en su inmensidad, ha querido colarse en el paisaje sosegado e idílico que pensaba estaba retratando.

Ese sol luminoso, fuerte, augusto que calienta con solo mirarlo me ha hecho pensar que aunque metido en pleno verano, con los rigores propios de la canícula, hoy personalmente me siento como si fuese otoño y la luz blanca y fuerte se me transforma en macilenta y amarilla propia de los últimos días del otoño.

Hoy mi corazón está lleno de recuerdos, mescolanzas de sentimientos, de melancolía aunque no de tristeza, porque se cumplen dos años de un accidente ferroviario que destrozó el verano de 2013 y la vida de muchos: De las víctimas, de sus familias, de sus amigos, conocidos y de pueblos enteros. Hoy en un día en el que siento duelo en mi alma y mi corazón porque ya no están con nosotros mi querido hermano en la eternidad Ignacio Bustamante Morejón así como otros buenos y queridos amigos como Francisco, Esperanza, Antonio y Rosa, buenos cañaillas que camino de Santiago se fueron a la busca de Dios.

Dos años de ausencias, dos años de recuerdos, dos años donde el olvido no existe en los corazones de los que los quisimos y quisieron.

Hoy San Fernando, y toda España, se ha levantado con ese recuerdo imborrable porque no existe ninguna goma que pueda borrar recuerdos a la memoria del alma porque la cabeza con los años y las enfermedades se podrán ir pero el alma y lo que contiene es la mejor de las cajas fuertes que uno puede tener porque la llave no la tenemos nosotros sino Dios de la que su propietario.

Y en Villaluenga del Rosario, mi querido y bendito pueblo de adopción, también siento esos trazos de mescolanza donde se unen recuerdos con la melancolía aunque nunca tristeza porque sé que Ignacio y el resto de las victimas de este desgraciado accidente están en los brazos del Señor y aún siendo muy duro para sus familias y todos cuanto los quisimos sabemos que disfrutan de la gloria acogidos a los brazos del Señor.

Hoy sábado dicen que allá en la gloria que está donde la vista se pierde tras el Caíllo que Ignacio está cogido de la Mano de María de Gracia y Esperanza mientras bajan del Monte Carmelo para ver a Jesús que sigue orando por todos y cada uno de nosotros en el Getsemaní eterno.

No te puedo olvidar Ignacio y lo sabes. ¡¡Gracias por todo lo que aportaste en mi vida y sigues haciéndolo con el testimonio de tu recuerdo!


Mi recuerdo y oración están con todos vosotros y vuestras familias.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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