Buenos días Villaluenga.
Buen día nos de Dios.
En tiempos de tórrido calor como el que estamos padeciendo, en tiempos veraniegos que por esta parte del mundo querríamos que algo de brisa rompiera sobre nuestras caras, en tiempos de salir lo justo porque el sol cae con toda justicia para todos y nos hace iguales porque el que está debajo de él por mucho que pueda tener, mucho poder pueda ostentar, mucho dinero derrochar también pasa justamente el mismo calor que el que no tiene para comer y a lo mejor ni para soñar.
En estos tiempos siempre pensamos en los otoñales días que si Dios así lo quieren tendrán que llegar en su momento y ocasión, el frescor, el poder respirar tranquilamente y estar abrigados. ¡Qué sensación más placentera es recordar el frío cuando pasamos calor! ¿Verdad?
Y es que el ser humano nunca estará contento con nada, siempre se encuentra insatisfecho, es inconformista y anhela lo que no tiene, lo que ha pasado, lo que ha de venir dejando de disfrutar el hoy que es el regalo, el tesoro, que el Señor ha puesto en nuestras manos.
Cada vez se piensa, se medita y gozamos lo menos en lo espiritual mientras ponemos nuestros afanes en lo material, en lo caduco, en lo finito.
Si no observar a los jóvenes, y no tanto, que cuando andan ilusionados por algo, el último móvil, el último adelanto tecnológico, el último modelo de coche, moto, vestimenta, hacen lo que se les pida para conseguirlos porque su meta es esa perecedera ilusión y cuando la consiguen vuelve el hastío y el aburrimiento porque lo que se tiene no se le da valor.
¡Y así andamos!
Tenemos una sociedad llena de personas aburridas y cansadas de la vida porque quieren conseguir lo que tiene fecha de caducidad porque no olvidemos que hasta ese elemento tecnológicamente avanzado que hace de todo aunque después no nos sirva de nada a los tres meses ya se ha convertido en una antigualla.
No, la vida, la nuestra, la que nos ha regalado Dios y sigue regalando, es más sencilla, más trascendente, más sublime y también más importante y sus cimas son más altas que el tener por tener cosas abandonando cultivar el corazón, los valores, el pensamiento, la espiritualidad, la fe que no cuestan nada y también y por eso no se pueden ni comprar ni vender.
Ansiamos lo que no tenemos, nos vendemos para comprarlo, y con esa actitud estamos perdiendo nuestra dignidad, la que nos ha conferido Dios desde el primer momento, desde la concepción.
Pero, bueno después de reflexionar un poco en este día de impetuoso calor sofocante os dejo esta foto de colores otoñales hecha en la Casa de Campo de Madrid para que por lo menos nuestras mentes se refresquen algo aunque hay otra Fuente que es permanente agua fresca y viva y se llama Jesús, pero eso ya vosotros lo sabéis.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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