Buen día nos de Dios.
Si fuésemos capaces de amar como nos Amó Jesús viviríamos la Gloria aquí en la tierra.
No nos desilusionemos pues a nuestra forma y manera podemos conseguirlo.
Si nos preocupamos por los demás, estamos atentos a ellos, a sus necesidades, los acompañamos, escuchamos, lloramos o reímos y les comprendemos estaremos amando a nuestros semejantes.
Si rezamos por ellos, por sus intenciones, por su santificación y por sus almas también estaremos amando a nuestros semejantes.
Si damos de comer y beber, posada, cuidados sin que nuestra mano derecha no sepa lo que hace tu izquierda; estaremos amando a nuestros semejantes.
Si somos capaces de entregar hasta nuestro último hálito de vida haciendo verdad lo que Cristo nos dejó dicho de que no hay amor más grande que dar la vida por el amigo, estaremos amando a nuestros semejantes.
Y si también somos capaces de amarnos, dejarnos cuidar cuando nuestras fuerzas nos abandonen también estaremos amando a nuestros semejantes porque al recobrar las fuerzas nos podemos entregar al prójimo con más ilusión.
Quiero dedicar esta reflexión a mi querida hermana en la fe Carmen Garcia Amigueti porque su testimonio de vida entregada a Dios por medio de los demás me ayuda mucho en mi particular camino hacia la santificación.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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