Buen día nos de Dios.
Hablaba ayer por teléfono con un querido amigo el cual me decía que yo al estar en mi bendito pueblo estaba alejado del mundanal ruido. ¡Y es verdad!
Cuando aquí llegamos es como atravesáramos una puerta donde la tranquilidad, el silencio, la mesura, el carácter apacible se convirtiera en lo habitual, en lo normal cuando en verdad dista mucho de lo que nos rodea.
Por ejemplo en esta semana en Jerez se está celebrando la Feria, que es una de las mejores, y existe un cúmulo de ruidos añadidos que se van solapando uno con otros hasta hacerlos parecer lo más habitual del mundo.
Nos hemos habituado al sonoro sonido del ruido y parece que si nos salimos de esta perturbante burbuja nos quedaremos como perdidos e indefensos pues el silencio está muy bien para un ratito hasta que el mismo y en el mismo te llegas a cuestionar actos, vivencias, pensamientos y situaciones que distan mucho de la forma de ser y de actuar que crees tener en la vida.
¡Es muy necesario el silencio! Y la tranquilidad que nos invita al sosiego, a la mesura, al pensamiento, a la lectura, aprender cosas nuevas porque todo ello te va haciendo más libre, más independiente, más ciudadano de un mundo que parece perdido en el fragor del molesto ruido y que anhela el necesario gozo de tranquilidad de espíritu.
Ser ciudadano del mundo porque ya lo eres del cielo. Trabajar en esta lugar aunque tus afanes estén junto a Dios en el lugar que te tenga asignado.
Sí, alejado del "mundanal ruido" que hace que me acerque y comprenda que lo mundano interesa mucho a Dios.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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