Buen día nos de Dios.
¡Qué nunca nos falte la Esperanza!
Una vida sin esperanza es triste, llena de apatía, donde la ilusión vaga y nunca se queda con nosotros.
Una vida así se vive pero no se disfruta porque todo es gris tirando a negro.
¿Os imagináis levantaros y acostaros con la sensación de no haber vivido?
Porque vivir es apreciar y gozar de los colores que nos ofrece Dios cuando atravesamos nuestro mundo con una sola mirada, vivir es disfrutar de la gente que te rodea, leer un buen libro, mantener una buena tertulia, escuchar el silencio...
Vivir es compartir con los demás, entregarte, servir, sentir que eres necesario para otros.
Vivir es orar sin tiempo ni límite ante el Señor. Comulgar Su Cuerpo y sentir como el Amor traspasa nuestra vida haciéndola más suya y menos nuestra.
Esperanza es afrontar la enfermedad y superarla, es sobreponerse a las dificultades y nuestros propios tropezones.
Vivir es escribir hoy y que perdure una eternidad, es hablar y también saber escuchar.
Vivir es comprender que hay que confiar en Dios porque así comprobaremos que no hay un mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista.
Si te falta la esperanza notas que el aire te ahoga y hasta lo nimio parece imposible de superar.
Esperanza siempre es Vida y por eso es tan importante para nosotros, para el mundo.
El verde no es tan sólo un color más sino el color que es lo mismo que decir de la Esperanza.
Esta reflexión se la dedico a dos queridas amigas que han hecho de su nombre su forma de vida Esperanza Pacheco Benítez y Esperanza Venegas Lopez así cómo a mi buen amigo y vecino Mateo Venegas Bazanpara el cual la Esperanza es el alfa y omega de su propio existir
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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