Buen día nos de Dios.
Ayer reflexionaba sobre la "fotografía de mi vida" y hoy voy hacerlo con otro tema que puede ir parejo aunque sea muy dispar.
¿Os habéis dado cuenta de que constantemente estamos cambiando de imagen, de pareceres, de pensamientos con el único fin de que los demás nos acepten y nos abran las puertas para acomodarnos en la tranquilidad y también pasividad de la manada?
¿Cuantas cosas, sentimientos, opiniones somos capaces de cambiar para que los demás nos acepten?
Pienso que abusamos en demasía del photoshop porque no nos gusta como nos vemos, lo que somos o llegamos a ser.
Queremos cambiar no para nuestra mejora personal sino para agradar al resto aunque de tanto maquillar la realidad el ser que decimos ser se convierta en un auténtico bulo, estafa, mentira...
No nos vale la pena el estar cambiando constantemente para agradar a los demás. Creo, sinceramente, que no tenemos tiempo para ello porque las vida pasa demasiado rápida para hacernos todos los días una foto nueva con un carné distinto.
Nosotros solamente tenemos que agradar a Dios con ser como somos e intentar cambiar lo que nos perjudique de verdad para conseguir el mayor y único fin: Alcanzar la santificación.
Seamos transparentes, sencillos, mansos, humildes, entregados, fiables, personas en las que confiar siempre porque sabes que nunca te engañará, que estará a tu lado, que te ayudará en los malos momentos y disfrutará de los buenos, que con amor ejercerá la corrección fraterna y que será un cristiano, un católico coherente y consecuente siempre y en todo lugar llevando la misión evangelizadora a su particular día a día.
Nosotros no tenemos por qué cambiar de aspecto, de pensamiento, de opinión, de vivir la fe porque choque con los intereses de esos que viven en torno al interés y el complejo de inferioridad aunque detenten máximas responsabilidades. El poder, las responsabilidades, los cargos, el protagonismo es efímero porque se acaba y cuando nuestros ojos se cierren para siempre a esta terrenal vida nos presentaremos ante Dios en la máxima desnudez y Él entonces nos preguntará y nos tocará responder.
No maquillemos la realidad de nuestro propio ser, arrinconemos el photoshop de nuestra vida que hace que vivamos en una eterna mentira donde los mayores engañados somos nosotros mismos.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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