Buen día nos de Dios.
¡Tenemos tanto que rezar y que poquito tiempo le dedicamos!
Minuto rezado minuto aprovechado.
¿Quién después de un tiempo de oración no encuentra su alma en calma?
Rezamos para todo y también por todos pues somos depositarios de muchos proyectos, ilusiones, confidencias, enfermedades propias o ajenas y ese "peso" es imposible de llevar sin estar cogido de la mano de Dios, de la Santísima Virgen o de cualquiera de los Santos que pululan por los altares del Cielo.
Los enfermos rezan con el cuerpo poniendo el alma en cada palabra suspirada, los ancianos y los débiles lo hacen desde la grandiosidad de su pequeñez sabiéndose escuchados y redimidos por el Señor.
Nosotros rezamos según como y el por qué de nuestro propio corazón y en la plegaria ponemos nuestros afanes.
Y lo bueno de todo es que Dios nos escucha y siempre tiene la palabra adecuada en el momento justo.
Ahora nos toca a nosotros el saber escucharlo.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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