viernes, 9 de enero de 2015

desde el tren. 9 de enero. ¿Tiempo para Dios?




Buen día nos de Dios. 

¡Qué bien viene descansar algo en los días que comprenden el fn de semana! 

Tiempo para dedicar a la Familia, a los Amigos, a las lógicas ocupaciones y aficiones, tiempo para ti, para los demás, ¿Y para Dios? 

¿Cuanto tiempo le dedicamos a Dios en nuestras horas libres, de esparcimiento, de disfrute? 

¡Qué las rebajas sean sólo en lo comercial y nunca de lo espiritual! 

Muchas veces estamos tan absorbido por lo que nos rodea, entramos en una dinámica donde hacer mucho para después no poder abarcar tanto terreno como el que hemos puesto delante de nuestra propia mirada. 

¡Estoy tan ocupado que no tengo tiempo ni para mí! ¿Cuántas veces nos hemos dicho esto a nosotros mismos con el fin de amortiguar nuestras propias conciencias y de paso seguir engañando a los demás y sobre todo a nosotros mismos? 

En definitiva, estoy tan "ocupado" que me olvido de Dios y si me olvido tan fácilmente es que muy pocas veces lo tengo en mi mente y menos en mi corazón. 

Puedes pasear por un precioso sendero y admirar su imponente paisaje porque ahí, en su obra, está Dios. 

Puedes rezar mientras caminas ,paseas, montas en bici o cuando te estás tomando plácidamente un buen café. 

Puedes embeberte en un buen libro, escuchando música, tomando una copa al calor del hogar, de la familia y de la amistad y dar gracias a Dios por permitirte vivir ese momento tan íntimo e intenso a la vez. 

Puedes ir a la Iglesia a celebrar la Eucaristía y rezar frente a frente al Señor y tocar la Gloria con las yemas del espíritu. 

Puedes...

Puedes dar gracias a Dios siempre y en todo lugar por estar siempre contigo, por caminar junto a ti, por ser báculo donde agarrarte o descanso cuando no puedes más. 

Al Amigo que nunca nos falla no le vamos a fallar nosotros. ¿No crees?

Quiero dedicar mi reflexión diaria a mi buen hermanoJosé Carlos Fernández Moscoso en el día de su cumpleaños y por dedicar su vida a Dios difundiendo las cosas de los hombres. 

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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