Buen día nos de Dios.
El domingo frío y luminoso nos resguarda como cuando estamos en la montaña que entre sus rocosas laderas no percibimos mucho las inclemencias del tiempo que nos puede acompañar.
¡Qué sensación más buena es sentirse acogido que es una forma de sentirse en el hogar!
Muchas veces he dicho que estar en casa no es sentirse en el hogar porque lo último es más íntimo, más de uno, más personal. Casa y hogar pudiendo ser lo mismo son dos conceptos vivenciales diferentes.
¿Hacemos sentir en el hogar a quienes queremos? ¿Pueden considerar esa casa como suya emocionalmente hablando?
De nosotros depende que los que nos rodean se sientan siempre con nosotros en el hogar. El hogar no es un lugar físico sino emocional, diría que hasta espiritual porque puedes estar en medio de la inmensidad de la naturaleza con las personas que quieres o incluso en la soledad y sentirte en el hogar, puedes tener esa sensación con un pequeño pueblo y no percibirlo en una ciudad de miles de ciudadanos donde son tus raíces, puedes sentirlo en tu casa o no pero donde seguro te encontrarás en el hogar en la Iglesia, cuando celebramos la Eucaristía, comulgamos el Sacratísimo Cuerpo de Jesús o lo adoramos frente a frente en el Sagrario.
Sentirnos en el hogar es cosa de Dios que quiere que todos sus hijos, estén donde estén, vivan a su calor que da el sosiego, la alegría y la paz.
Feliz Domingo en el Señor.
Dedico esta reflexión y mi oración sincera por las intenciones particulares de una buena amiga, Alicia Rodriguez Cuenca
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario