Buen día nos de Dios.
Jesús vino a salvarnos a todos sin excepción y siempre tuvo predilección por los abandonados, marginados, por aquellos que nadie quería e incluso daban vergüenza.
¿Si el Hijo de Dios prefirió a los cansados, los agobiados, los perdidos y desamparados por qué nosotros miramos tantas veces hacia el lado amable de la vida y nos olvidamos tan fácilmente de todos los que no tienen de nada?
Ahora nos enseñan las macroencuestas que nos señalan que todo va bien y que la gente empieza a vivir mejor aunque yo siga viendo tanta necesidad, tanta pobreza, tantas injusticias...
Aquí que no vengan a gloriarse de superficiales mejorías con datos financieros cocinados, ni con ideas utópicas de querer cambiarlo todo con métodos que han fracasado en tantos sitios donde la pobreza campa a sus anchas.
Debemos mirar y tratar a las personas como lo que son y otorgarles la dignidad que tienen desde antes de nacer si los dejan.
Y mientras en los parlamentos, consejos y reuniones de Estado siguen enmascarandolo todo según el supremo interés ahí está la Iglesia, instituciones caritativas, personas entregadas a los demás, a los que sufren, y los miran a las caras, le dan calor humano y le hacen sentir como lo que son: Hijos predilectos de Nuestro Señor Jesucristo.
¡No tratemos a las personas como fríos números sino como personas!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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