Buen día nos de Dios.
Hoy es un inmejorable día para perder la mirada de los sentidos en la inmensidad de Jesús Sacramentado.
Él nos espera resguardado a en las paredes del Sagrario, bendito habitáculo donde el Sacratisimo Cuerpo de Cristo permanece.
Señor, me miras y te miro y empieza una eterna conversación que nunca tiene fin donde las palabras son sustituidas por puro sentimiento.
No hay nada más puro, más de verdad que presentarse desnudo ante Jesús.
Él nos conoce tal cual somos, sabe de nuestras flaquezas, miserias y de los tesoros que albergan nuestros corazones porque para Dios no hay nada oculto, no puede haberlo por más que intentemos engañarnos creyendo engañarle.
Sentir la calma de Dios en nuestras almas es lo mejor que podemos experimentar en vida, comprobar que siempre está a nuestro lado es la mayor de las certezas.
Jesús nos sigue esperando a cada segundo en cualquier Sagrario para que nosotros nos encontremos con Él para contarle, decirle, rezarle, escucharle...
¡Abramos nuestro corazón a Cristo, enmudezcamos el ensordecedor ruido que nos rodea y escuchemos a quién nos da a cada instante lo que son Palabras de vida eterna!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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