lunes, 5 de enero de 2015

desde el tren. 5 de enero. Cuando el mejor regalo no es un regalo.




Buen día nos de Dios. 

¡Qué trasiego hay en la calle! 

Cientos de personas caminan velozmente apegotonadas con la meta de conseguir al fin lo que tienen pensado para mañana. 

Después de unos días de Paz y sosiego en mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario me encuentro en la ciudad, con las aglomeraciones, prisas y por consiguiente malos gestos donde aparece el enfado como normal rictus de nuestras caras por el solo hecho de cruzarte en el camino del otro. 

¿Y vale la pena todo esto?

En aras de mantener la inocencia de los niños diré que todo esfuerzo es poco aunque también deberíamos enseñarles como parte de su aprendizaje y desarrollo personal que no todo en la vida es lo material, lo tecnológicamente más avanzado sino que la vida es algo más fácil que lo que nos intentan vender y más en estos días. 

En estos días se aprecia más y se sufre más las desigualdades del que tiene y el que no. Recuerdo todavía la cara de un niño que no lo visitaron los Reyes Magos y nada más que tenía el calor y el Amor de sus padres. Os puedo decir que ese niño es el más rico de todos pues mientras los que tenían tantos regalos les faltaba el calor, la atención y dedicación de sus padres porque en el mundo que estamos sumergidos los hijos son esos niños que recogemos a las tantas del colegio después de acabar de trabajar. 

Muchos niños crecen solos porque sus padres están demasiado ocupados. Esos niños tienen los mejores regalos aunque le falta el principal: Pasar tiempo con sus propios padres. 

De qué me sirve a mi entregar mi tiempo, mis días sin horas a mil encomiendas si estoy descuidando lo más valioso que tengo: Mi Familia. 

Hoy en mi querido pueblo de Villaluenga del Rosario sale una humilde cabalgata donde los reyes visitan a pie a los ancianos en sus casas ofreciéndole un presente y después en la Caseta Municipal sentados en sus regios tronos reparten un regalo por cada niño del pueblo. Todos reciben un presente de las manos de Sus Majestades ante la ilusión de los pequeños y la honda emoción de sus padres, abuelos y mayores. 

Con esa imagen me quedo y con ese gesto termino la reflexión. 

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Belén instalado en la Iglesia de San Miguel de Villaluenga del Rosario.

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