sábado, 6 de diciembre de 2014

desde el tren. 6 de diciembre. ¡Señor Jesús!




Buen día nos de Dios.

Alzo la vista y encuentro Su Mirada.

Su gesto cansado, sufriente, bajo el peso de una cruz que lleva perennemente por todos nosotros hace que le mire a sus ojos y en ellos encuentre el verdadero sentido de un Amor interminable.

¡Señor Jesús!

Que sigue afligido bajo el peso de la cruz, que ves como tus hermanos por los que a diario sigues ofreciendo tu vida caminan despacio, en algunas ocasiones perdidos, poniendo sus fines y afanas en lo terrenal y finito que dura lo que dura y nada más.

¡Señor Jesús!

Me preguntas y te pregunto el por qué de tanta miseria consentida, de tanto poder ejercido para la mayor gloria del soberano dinero repartido entre unos cuantos que son los de siempre, por qué ese afán en crear, potenciar y mirar hacia otro lado en los conflictos armados llamados desde siempre guerras, por qué se persigue a la Familia, se aniquila la Vida como si no tuviera valor e incluso razón de existir, por qué hay tantos que se venden por intereses o se dejan comprar voluntades por el mero hecho de comprarlas, por qué hay tanto entreguismo al poder olvidando sus propias conciencias, su propio honor, sus propias querencias, la propia fe.

¡Señor Jesús!

Te pregunto: ¿Es qué todo está en venta?

¿Somos tan fáciles, tan frágiles, tan débiles que cualquiera puede hacer cualquier cosa con nosotros con la seguridad de conseguir los torcidos intereses en los que sustentan su vida?

¿Nos hemos olvidado de Tu Palabra, de Tu Evangelio, de la razón que nos diste para vivir?

¿En estos días de frío somos capaces de dar calor al que no lo tiene?
¿En estos días en los que muchos están solos no somos capaces de regalar un rato de compañía, de visitar al que lo necesita como pueden ser los ancianos, los enfermos, los presos...?

¡Señor Jesús!

Somos presos de nuestro propio egoísmo, de nuestra comodidad, de nuestro propio Yo y así nos va...

Nos alejamos tanto de nuestros hermanos porque, aunque no lo reconozcamos, estamos muy alejados en cuerpo y alma de Ti y eso es malo, muy malo para nuestros frágiles corazones sedientos del Amor que solo Tú puedes dar.

¡Señor Jesús!

Es tanto lo que me quieres decir, me inquieres, me exhortas, me mandas, que mi débil conciencia se estremece porque a la mitad de mi vida todavía no he hecho nada para merecerte.

¡Señor Jesús!

¡Menos mal que Te tengo, que sé que puedo apoyar mi mano en Tu Poderoso Brazo que al día de hoy y por los siglos de los siglos coge la Cruz con apasionado Amor por todos y cada unos de nosotros!

¡Señor Jesús!

¡Sé que amándote me puedo llegar amar y ese es el primer paso para hacerlo con todos mis hermanos!

¡Señor Jesús!

¡Ruega por nosotros y nunca, nunca, nos abandones!

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

Esta mi reflexión diaria se la quiero dedicar a un buen hermano en Jesús, Señor de nuestras vidas y que da sentido a todo, Joaquín Seco Hernández por ser un apóstol entregado al Amor de Dios y del que aprendo todos los días y me ayuda en tanto.

Nota: Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Villaluenga del Rosario.

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