lunes, 29 de diciembre de 2014

desde el tren. 29 de diciembre.




Buen día nos de Dios.

Encontrar el reflejo de Dios a cada mirada es cosa sencilla cuando anhelas a cada instante ese ansiado encuentro.

La imagen que hoy os traigo para abra nuestras miradas a los ojos del espíritu y que ahora mismo tengo tan lejos puede bien reflejar lo que con palabras quiere expresar mi corazón.

Muchas veces nos vemos abstraídos y embobados cuando miramos un paisaje natural, una obra hecha por las manos del hombre, cuando observamos detenidamente como caen las gotas de lluvia, como la niebla se hace tan densa que hasta se introduce en nuestro propio salón o como el fuego achicharra los troncos para dar calor en la chimenea. 

¡Es bueno que así suceda porque esos son minutos de reflexiones necesarias para nuestras vidas, para nuestro interior, en definitiva para Dios!

¿Cuántos minutos le dedicamos al día a rezar, a meditar, a dar gracias al Padre? ¿Cuánto tiempo dedicamos por llevar a nuestra vida, con total radicalidad, el mensaje y la Palabra de Jesús, hoy Niño revestido en pañales? ¿Cuántas horas dedicas a servir, de la forma que sea, a tu hermano que te necesita? 

¿Eres capaz de evangelizar en todo sitio y lugar? ¿Eres capaz de hacer apostolado en tu trabajo, con tu familia, tus amigos o con ese desconocido con el que es la primera vez que hablas? ¿Eres capaz de por llevar la coherencia a tu fe puedes poner en peligro tu reputación, tu consideración social? 

¿Estás dispuesto a ser perseguido por defender tu fe y tus creencias hasta hacer que muchos de los que creías amigos giren la cabeza o crucen la calle para no saludarte? ¿Hasta el punto de no felicitarte por Navidad?

¿Eres capaz de dar tu vida por Dios como lo hacen a diario nuestros hermanos los cristianos perseguidos donde el fundamentalismo islámico está llevando a cabo un espantoso genocidio?

Todo esto sucede, todo esto ocurre cuando permites que entre en tu vida al Señor al cual recibes con las puertas abiertas porque sabes que por mucho que sea el sufrimiento, las humillaciones, las indiferencias, la sangre que dejes en tu parte del camino el premio es de valor incalculable porque no hay nada ni nadie en este terrenal mundo que te ofrezca la auténtica felicidad, el auténtico Amor y Paz como es poder disfrutar la Vida Eterna junto a Dios.

Pierdo mi mirada en el infinito y veo a Dios.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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