viernes, 5 de diciembre de 2014

desde el tren. 5 de diciembre. ¡Santísimo Sacramento del Altar!




Buen día nos de Dios. 

Hoy que aquí en España se respira cierto olor a fiesta, días libres, descanso y poner un cierto límite a nuestro particular día a día a lo mejor es un buen día para reflexionar, para pensar, para orar. 

Orar es abrir el corazón a Dios y hacerlo, tenerlo presente a cada instante sabiendo que tu ser se convierte en hogar de tan augusto Invitado. 

Rezar es ganar tiempo para la Vida que nos espera más allá de esta vida. Es que la plenitud del gozo alimente el alma haciéndola más dócil a los designios del Señor.

Orar también es ofrecimiento y encomienda. Ofrecer tus plegarias por ti y sobre todo por los demás. Rezar por nuestros difuntos y las benditas almas del purgatorio es un bien inconmensurable además de una majestuosa Obra de Caridad pues puede ser que nosotros también necesitemos de la oración de un alma complaciente a Dios para alcanzar Gloria de la Resurrección. 

Os cuento una cosa que me sucedió ayer mismo. Había ido al encuentro con Jesús en mi diaria visita al Sagrario. Ayer estaba expuesto en Divina Majestad presidiendolo todo. 

Estaba absorto en mi oración, abstraído por la Belleza que Transmitía pues como sabéis soy un enamorado de Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, cuando noto la mano de una señora que se había acercado a mi y que me dijo que le ofreciera mis plegarias por sus intenciones: ¡Él sabe lo que necesito!

Dicho y hecho porque en ese gesto de profunda comunión vi la Mano de Dios que me tocaba y me hacía ver que la oración ofrecida es un bien que va de nuestras almas directamente al Cielo. 

En estos días de esparcimiento, de diversión y de desconectar os pido que no lo hagáis con Dios pues cuando se viven las jornadas que nos esperan es verdaderamente necesario buscar un rato para Él que te espera y sale al encuentro como Padre con su hijo pródigo. 

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo. 

¡Alabado sea siempre el Santísimo Sacramento del Altar!

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