martes, 23 de diciembre de 2014

desde el tren. 23 de diciembre.




Buen día nos de Dios.

Cuando hoy hemos abierto los ojos a un nuevo día debemos ser capaces de entender de que es un inmenso regalo que no da el Señor para que continuemos con nuestro camino y sepamos trabajar para hacer según su voluntad.

¡Hoy tenemos que vivir como si fuese nuestro último día de vida!

No podemos permitirnos el lujo de pasar los días sin hacer nada, sin intentar nada nuevo, sin construir a nuestro alrededor.

Cada segundo que pasa y nosotros no hacemos nada es un segundo que no volverá a repetirse en nuestras vidas y piensa que Dios cuando nos llame a su presencia no nos va a regalar ni un segundo más de nuestra particular cuenta. 

¡No hay dinero en el mundo para comprar un segundo más de vida a Dios!

Por eso cuando veo a tantos que viven subyugados bajo el peso del hastío, la apatía, el desaliento, el estar cansado cuando se tiene de todo, cuando parece que todo nos da igual porque "¡qué más da!", me rebelo, y tengo que decir en voz alta que el que así actúa está ofendiendo a Dios. 

Todos los días tenemos motivos para la esperanza por mucha desesperanza en la que estemos sumidos, todos los días tenemos motivos para tener una sonrisa en la cara por más tristezas o preocupaciones que nos puedan envolver, todos los días tenemos motivos para la alegría por más que nos persigan, humillen y nos intenten arrastrar al arcén de la vida porque nuestra presencia es molesta, incómoda a los que se creen dueño de todo, hasta de las personas y sus sentimientos.

Todos los días tenemos que atarnos los cordones de los zapatos y caminar por esos caminos llenos de curvas, con momentos de soporífero calor y otros donde la frondosidad del bosque nos dará vida para dar el paso que irá haciendo camino y con nosotros todos los que nos rodean.

Todos los días debemos apoyar nuestros anhelos en Dios y verás como cada día que Él te regala vale la pena.

Hoy quiero dedicar esta reflexión a Alfonso García Chillón Paco Hernández RomeroJesus Poveda de Agustin en el día de su cumpleaños. Muchas felicidades hermanos.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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