Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
En la última reflexión del año no me quiero extender mucho pues pienso que es un día de muchas cosas en la cabeza y de mucho ajetreo... ¿También espiritual? ¿Hoy le dedicaremos algún momento a Dios? Es para pensárselo...
Acaba un año y empieza otro...
¿Cómo será? Como Dios y nosotros mismos queramos. Dios porque lo dispone todo y nosotros según que actitud tomemos en las situaciones, hasta las más nimias, que se nos planteen.
Lo que no podemos hacer un año más es seguir escondiendo la cabeza bajo tierra, no podemos permitirnos el lujo de seguir mirando hacia el lado, no debemos, por más que nos cueste, que se menosprecie y humille por humillar, que vengan otros de fuera con palabras bonitas para destrozar todo lo de dentro, nuestros valores, nuestra cultura, nuestra Fe...
No podemos hacer como si no pasase nada mientras nuestra Madre la Iglesia es arrastrada y sus Prelados, los buenos curas, los excelentes laicos puestos en la picota por quienes tanto tienen que callar...
No podemos poner una vela a Dios y otra al diablo, no debemos ser tibios porque eso es engañar a todos y los primeros nosotros mismos.
Tenemos un año para ejercer la Caridad en el Amor, el Amor y el Perdón, el hacer el Bien y no mirar a quién, callar mucho, perdonar mucho, hacer mucho y destacar poco.
Y tenemos un año más para seguir nutriendo nuestras vidas con el Evangelio, adorando a Jesús en el Sagrario, participando alegremente en la Eucaristía, siendo buen samaritano con nuestro prójimo y siendo fiel a Dios sobre todo y ante todos.
¡Feliz Año Nuevo!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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