Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy es de esos días en los que uno ve la escalera y piensa que cuesta subirla y también qué cuesta bajarla...
La escalera en verdad son las consecuciones de nuestra vida, lo que conseguimos con esfuerzo, poniendo empeño, no desde la imposición, no desde medrar, no desde esa posición de pisar cabezas, no para destacar y ser el mejor entre todos sino con vocación de humilde servicio, de trabajo, de ofrecer más que de obtener, entonces os puedo asegurar que esa escalera es dificultosa en su subida pero no tanto en la bajada pues reconoces que todo en esta vida llega a su fin.
Pero los que suben la escalera velozmente, sin pararse a pensar, sin detenerse en lo que puedan pensar los demás, además de llegar extenuado, todos somos humanos, y nuestras fuerzas se acaban por eso cuando llega la hora de bajar esa escalera que subimos con tanto ímpetu pues lo hacemos con paso tembloroso, inseguro, porque no sabemos lo que nos espera cuando pisemos el suelo, cuando de nuevo estemos a pie de calle.
Por eso la escalera de nuestra vida hay que subirla despacito, haciendo las cosas bien, tomándote tu tiempo, sin importar ni ser el primero ni ser el último porque lo importante no es cuando llegar sino como hacerlo y estar preparado que más pronto que tarde vuelves a bajarlo de la misma manera pues te puedes caer y eso no trae buenas consecuencias.
Aunque reconozco que ya no soy de escaleras, de hecho les tengo especial fobia desde pequeñito, soy más de pie de calle, de tú a tú, de mirar a los ojos y dar un abrazo, de escuchar la voz y compartir con los demás. En verdad eso es vida, es la vida.
¡Feliz lunes y resto de semana!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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