Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Me imagino como estará el mundo ahora y pienso lo bien que estoy aquí, apartado del mismo, apartado de todo lo que no me convence, apartado del ruido, la intoxicación, las prisas, las aglomeraciones comprando el último langostino, mirando el reloj constantemente que la cartera no importa, que hay para gastar aunque después estemos endeudados medio año...
Sí, hace tiempo llegué a la determinación que mi reino de este mundo y que mi mundo se llama Villaluenga del Rosario y que mi lugar es la Atalaya...
Y aquí estoy escribiendo al calor del sol que no de la chimenea, mientras Fernanda, nuestra nueva perrita que hemos encontrado después de estar abandonada, perdida, escuálida y con mucho miedo, mientras Enriqueta sale y entra para observar lo que ella sola es capaz de observar...
Mientras Hetepheres trajina arriba al son de sus canciones.
Aquí hay tiempo para todo: Para rezar, para conversar, para reír, también para llorar, para leer, para perderte con la intención de volverte a encontrar, acompañar a un vecino a sus quehaceres o recibir algún querido amigo que viene expresamente a visitarte...
Esa es mi vida, es la vida que Dios me ha regalado en esta segunda oportunidad que me ha ofrecido como mayor regalo, como mayor don...
Y en esta vida soy Feliz porque acaricio la placidez de la tranquilidad de conciencia, porque para mí ya pasaron esos tiempos de honores, consideraciones que se hacen con afecto y crea mucho desafecto entre los que te tienen ojeriza y no soportan de que haya abandonado la manada para volar por mí mismo hacia la soñada Libertad que gozo y degusto a diario.
La vida es otra cosa hermanos, es más fácil de lo que creemos, de cómo nos la planteamos.
Todavía estamos a tiempo de cambiar para mejor...
¡Feliz domingo!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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