lunes, 17 de diciembre de 2018

17 de diciembre. Saber aislarse.




Buen día nos dé Dios.
Estamos justamente a una semana de la Nochebuena a ocho días de la Navidad y salvo por las luces que alumbran las calles se ha instalado un frío que envuelve a toda la Sociedad y que no nos transmite que el Niño Jesús vuelve a Nacer y con Él la Buena Nueva llena de salvación para juntos e injustos, para buenos y malos, para todos sin excepción...
Nada hace presagiar que la Navidad está a la vuelta de la esquina por más villancicos que escuchemos, por más belenes que visitemos, por más fiestas que emergen del mismo calendario...
Y no lo hace porque nuestros corazones están pétreos de rabia, rencor, odio, maldad y así no se puede ni esperar ni recibir a Dios hecho NIño.
El demonio está pululando por un mundo demasiado vacío en valores, demasiado viciado por todo lo que nos intoxica, el demonio usa la difamación, la crítica, el chisme, como mejor puñal para destrozar prestigios y arrastrar honores. El demonio utiliza todos los resortes de mentes perversar que se retroalimentan del Mal para crear un ambiente demasiado viciado que hace sea dificultoso incluso respirar.
Y claro con este mal ambiente creado hace que los buenos corazones se sientan intranquilos, se alejen de esa paz que debe respirarse todos los días pero sobre todo en estas fechas para recibir a Jesús como tiene que ser recibido: ¡Con Amor!
Por eso en estos días necesito aislarme un poco de todo, sé que no lo conseguiré pues estamos en medio de una Cruzada contra el Mal y las bajezas de sus seguidores, aislarme de tanta noticia interesada, de tanto mediocre pululando por ahí, de tanto hablando y escribiendo según los dictados del mandil que llevan a gala, de tanto mentiroso con sus mentiras, de tanto calumniadores con sus calumnias, de tantos que defienden lo indefendible y que tendrían que mirarse para adentro porque lo que le sucede no es culpa de tal o cual sino de ellos mismos y las decisiones que tomaron en su día respecto a sus vidas y un poco también la de los demás.
Necesito aislarme para poder recibir a Jesús a corazón abierto, necesito recibirlo porque Él da sentido a mi vida, necesito recibirlo porque me ofrece esa clase de calor que solo se siente cuando se está en el Hogar.
Sentir a Jesús, que dentro de unos días se vuelve hacer Niño, es como sentir ese calor bueno de una chimenea encendida que ilumina tu propia oscuridad mientras en el mundo, afuera, llueve, truena y la tempestad parece arrasarlo todo. Sentir a Jesús es vivir en Paz así de sencillo y así de complicado si uno se atiene solamente a las cosas del mundo.
Por eso quiero vivir intensamente la Venida del Niño Dios al calor de la Atalaya que es un reducto en el mundo donde se saborea la Navidad que nos transmitieron nuestros mayores, la Navidad sin artilugios, la Navidad sencilla, humilde, tranquila y sobre todo Alegre.
¡Feliz lunes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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