Buen día nos dé Dios.
Este año nuestra Navidad será "al calor de la Atalaya" que es ese sitio donde nos sentimos en paz, a gusto, donde percibimos ese necesario calor de Hogar, esa calidez, esa tranquilidad, pues en verdad es nuestro mundo, nuestra vida, la que Dios nos ha regalado, la que ha permitido que en la madurez de la vida podamos disfrutar de ella sin que nos importe todas las "bondades" que nos ofrece la gran ciudad...
Por supuesto será una Navidad donde en nuestros corazones se notarán los huecos de los que ya no están con nosotros pero no serán sillas vacías con recuerdos que nos lleven a tristes pesares sino asientos de Esperanza ya que somos conscientes de que nuestros seres queridos gozan de la dicha de estar con Dios. No es aconsejable vivir de recuerdos porque pierdes momentos del aquí y ahora que no volverán a repetirse nunca más ya que cada día es un regalo único, exclusivo donde lo que no hiciste no lo podrás hacer en ese justo momento. Pienso que nuestros seres queridos formarán parte de ese coro angelical que anuncia la Navidad o esos pastorcillos que se acercan a adorar al eterno Niño Jesús...
Pero lo que ya os digo que esta Navidad, que es la primera que viviremos al 100% en nuestra Atalaya, será la primera del resto de nuestra vida y donde no faltará el único que quieren eliminar de nuestras vidas en estos días de luz, comidas y color: ¡Jesús!
El Niño Jesús en un sencillo, humilde, portal teniendo como soportales lo propios de la Atalaya y como base ese lugar que expande calor siempre como es la chimenea. El Niño Jesús este año nos nacerá en Villaluenga del Rosario que es un Pueblo pequeño, bonito, acunado por siempre por el eterno Caíllo y que en días de invierno huele a leña, a encina quemada, como el mejor y más uniforme perfume que endulza cada rincón dotándolo de ese más que necesario calor de hogar.
Y nacerá tranquilo porque lo hará entre gente buena, humilde, sencilla, que sabe que para vivir cada día hay que trasponer y trabajar en la Sierra, con el ganado o bajando a Ubrique para cumplir su cometido dentro de ese precioso y siempre desconocido mundo de la marroquinería.
Es muy necesario alejarnos de mundanal e insoportable ruido para que con la paz de espíritu necesaria saber acoger al Niño que nace y que este año lo hará al calor de la Atalaya trayendo el verdadero sentido de lo que es la Navidad.
¡Feliz miércoles!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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