sábado, 6 de octubre de 2018

6 de octubre. En la humildad aprendo...

La imagen puede contener: Jesús Rodríguez Arias, barba, gafas y primer plano

Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hace un tiempo escribía mis reflexiones matutinas con un hondo sentido místico, campo en el me encuentro muy a gusto que todo hay que decirlo, que enardecía mi corazón del misterio insondable de la Fe y el Amor tan absoluto de Dios aunque he de reconocer que estas no llegaban a todo el mundo ni por el lenguaje ni por la elevación espiritual que contenía.
Sería después de mi intervención quirúrgica, hace ahora 4 años, cuando tras pasar meses mirando la ventana, tras escuchar más a los demás que a mí mismo, tras observar como modo de contemplación el Señor me ofreció la oportunidad de escribir de otra manera, más directa, más sencilla, más de "andar por casa" sin abandonar ese corazón impregnado en lo místico con el que me ha bendecido y bendice a cada instante.
Y me puse manos a la obra sabiendo que yo era un simple labrador porque el que siembra y recoge es el mismo Padre.
Jesús, hoy en el Evangelio le da las gracias al Padre Celestial por haber revelado la Buena Nueva a los sencillos, a los humildes, de corazón porque sabe que en estos la siembra es agradecida, se recogen frutos abundantes.
Y es verdad porque quién viven en la sencillez de palabra, de espíritu, de corazón o condición está abierto siempre a dejarse sorprender porque sabe que Dios le tiene preparada mil explicaciones para lo que le sucede a cada instante. Los sabios, los entendidos, ni son tan sabios ni son tan entendidos porque al final piensan que nadie les puede enseñar y porque al final se quedan hablándose solos para ellos mismos.
Escribir, hablar, compartir o escuchar a una persona sencilla y humilde de corazón siempre es gratificante pues te enseña con palabras, gestos, silencios los misterios más insondables que nos rodean y lo hacen desde la normalidad...
¿Cuánto nos cuesta ser normales y corrientes?
Sí, porque todos preferimos vivir y hacer ver a los demás que nuestra realidad es muy diferente a la que es, que somos importantes, influyentes, tenemos poder...
¿Y que es el poder? ¿En qué lo utilizamos? ¿En vanagloriarnos a nosotros mismos poniéndonos en un pedestal en el que ni estamos ni estaremos en la vida?
Por favor seamos serios al menos con nosotros, no nos creamos nuestras propias "mentiras", no seamos tan cándidos de creernos perfectos...
Prefiero vivir y embeberme de esa humildad, de ese alejamiento, de esa sencillez de los sencillos, de los mansos y humildes de corazón que tanto me enseñan a diario que de tanto erudito, tanto "sabio" que tienen tanto que decir que solo se hablan a sí mismos...
¡Feliz sábado!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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