Buen día nos dé Dios.
Una vez fui chiquitito y pensaba que todo era bueno, que el mundo era perfecto, pues no conocía la maldad, pues era inocente, pues veía todo con los ojos de la niñez...
Pero uno va creciendo y nos damos cuenta de que todo no es tan bueno, que el mundo no es perfecto aunque podría serlo, que la maldad existe como también la bondad y que se ve todo con otros ojos, los de la madurez, los que la experiencia de vida te haya moldeado la visión de la misma vida...
Cuando era chiquitito percibía el amor absoluto y desprendido que me entregaba mi madre ahora sé que ese amor es una realidad que valoro y aprecio más cuando me ha faltado. Ese Amor entregado y gratuito, si fuese lo contrario no sería amor, lo encuentro en la persona de Hetepheres, mi mujer, que valoro por cada día que pasa porque esa clase de Amor es el que nos otorga Dios a cada instante. Valoro ese amor hecho cariño de las personas que me quieren y quiero, esa lealtad, esa forma de entender la vida aunque de manera diferente.
Cuando era chiquitito no conocía la maldad pues todo lo que me rodeaba era Bondad y ahora sé que existe como existe el mismo demonio que nos hace caer cuando menos lo esperamos, que nos tienta con lo más atractivo y deslumbrante pero que al final comprobamos que en verdad no es lo mejor para nosotros. Si caemos en las tentaciones estamos cayendo en las telas de arañas que nos llevan a la iniquidad, a la desconfianza, a la traición... Cuando eso sucede la Bondad con la que nacemos queda extinguida por nuestra propia necesidad de acapararlo todo hacia nosotros sin importarnos para nada lo que le pueda suceder a los demás.
Cuando era chiquitito era inocente al 100% y acogía la vida con la sonrisa de esperar que todo me sorprendiera para bien. Esa inocencia que vas perdiendo según avanzamos en el camino, esa inocencia que nos quitan los que desean que no miremos desde los ojos de la pureza porque valorar la autenticidad de cuanto nos rodea no es precisamente lo que quiere un mundo tan viciado, tan artificial, como el que entre todos hemos y seguimos construyendo...
Cuando era chiquitito veía todo con los ojos de la niñez, ojos de inocencia, de pureza, de alegría, de sorpresa, de bondar, de amor...
Sí, porque cuando uno es chiquitito suele ver y vivir desde la desnuda Felicidad.
Pero es que se puede tener un corazón niño siendo mayor, se puede dar y entregar un Amor absoluto y desprendido a todos y cada uno de nuestros semejantes pero sabiendo que el valor del Amor no se cotiza en bolsa ni falta que hace. Se puede tener un corazón niño alejando de ti la maldad que no nos hace falta para nada, haciendo de la Bondad el leimotiv de tu propia vida porque haciéndolo así impregnas de las necesarias dosis de inocencia la propia existencia pues todos necesitamos dejarnos sorprender para bien. Teniendo un corazón niño también lo observas todo con ojos de niñez que también es de confianza ya que lo contrario además de perjudicial es sumamente agotador.
Y confiar en abandonarte en los brazos redentores de Dios que siempre protege al inocente que tiene un corazón de niño...
Una vez fui chiquitito, de ese tiempo hace ya muchos años, pero ahora cuando me queda mes y algo para mis 49 os puedo decir que doy gracias a Dios porque en plena madurez he vuelto a tener un corazón de niño que en verdad es la base fundamental de tener corazón.
Hace falta tener un corazón sin doblez para trabajar en nuestro modo y manera para cambiar un mundo que cada vez tiene menos sentido porque parece no tiene corazón...
¡Feliz jueves!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
En esta fotografía tenía 6 meses.
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