Buen día nos dé Dios.
¿Hoy qué te cuento?
A lo mejor me debería callar y decirme tú que es lo que sientes, que es lo que quieres, que es lo que necesitas, que es lo que piensas, que es lo que opinas. ¿O prefieres seguir callando? ¿Prefieres que tu voz no se oiga? ¿Prefieres seguir pasando desapercibido?
Lo último lo entiendo porque se puede hacer mucho pasando desapercibido, se puede construir mucho sin que nadie se dé en realidad cuenta quienes han sido los actores principales. No te preocupes que siempre habrá quién se ponga la correspondiente medalla pues de todo tiene que haber en la Viña del Señor.
Pero..., ¿De verdad prefieres que tu voz no se oiga, prefieres seguir callando? Piensa que lo que tienes que decir, lo que alberga tu mente y tu alma puede ser muy beneficioso para muchos que esperan y necesitan escuchar tu voz.
Sí, creemos que somos tan insignificantes que nuestra opinión ni cuenta y eso es lo que nos quieren hacer creer pero no es así, todos somos necesarios y todos tenemos esa palabra que necesita el otro.
Si seguimos callando, si nos enfrascamos en la firme voluntad de que nuestra voz no se oiga a lo mejor estamos perdiendo la inmensa oportunidad de escuchar la sensatez en un mundo de insensatos, de escuchar esa palabra amiga en este mundo tan solitario, de escuchar ese mensaje lleno de alegría que nos ponga una sonrisa cuando estamos rodeado de tantos pesares.
Sí, seguro que tienes mucho que decir, que contar, que opinar, que reflexionar...
Te confesaré qué me encantaría que me contaras, que nos dijeras, que es lo que sientes en estos momentos, cómo ves lo que ves, estamos necesitados de otras voces que nos aporten otra visión, siempre necesaria, de la misma vida.
Pienso que los que hablamos o escribimos todos los días necesitamos callar para escuchar y aprender con los demás.
Hoy, no te digo nada prefiero que lo hagas tú.
¿Te atreves?
¡Feliz jueves!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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