Buen día nos dé Dios.
Hoy parece que se cumple eso de que después de la tempestad llega la calma porque todos miramos a ese horizonte que se abre para nosotros agradeciendo el agua caída porque el campo y los pueblos la necesitaban y lamentando los incidentes, incluso mortales, que ha ocasionado en los lugares donde ha llovido torrencialmente. Es verdad, no llueve a gusto de todos y sobre todo cuando hay destrozos, cuando hay vidas que se quedan en el camino.
Pero hoy es el día para mirarlo todo desde otra perspectiva pues pasan los días, los meses, los años, vienen y van las estaciones, van y vienen las lluvias, el viento, nieve, el calor, el frío y nosotros seguimos tan igual que parece que somos una copia de nosotros mismos. Necesitamos cambiar y además hacerlo para bien.
Siéntate, porque estés unos minutos sin hacer nada no vas a perder la vida, siéntate y piensa que hay que mejorar, que hay que hacer, de donde te tienes que apartar, donde tienes que dar un paso adelante y donde hacia atrás...
Sí, porque nos creemos eternos hasta en esos sitios que no debemos serlos. Cuando abres la ventana cada mañana para airear la casa viciada de toda la noche cerrada y entra aire puro, ¿no respiras mejor? Pues también en esos sitios donde hace falta que te apartes para que haya la necesaria renovación.
La vida en si es pura renovación o al menos debería serlo.
Es que si siempre estamos al pie del cañón, siempre estamos en todas las batallas, siempre estamos siempre llega un momento que perdemos el juicio objetivo de las cosas, de las situaciones, de la misma realidad y entonces en vez de ayudar nos convertimos en un estorbo y sobre todo nos estamos perjudicando gravemente a nosotros mismos porque además de todo vamos minando poco a poco nuestra salud física y mental.
Por eso es bueno que tras la tempestad, cuando estamos en esa calma que nos ofrece el sosiego, la paz, la necesaria tranquilidad, el mirar hacia ese horizonte que todos tenemos, poner nuestros afanes en manos del Señor, y decidir que estamos haciendo bien, que estamos haciendo mal y en qué momento me debo apartar del camino para todo se oxigene empezando por nosotros mismos.
¡Feliz lunes y semana!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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