lunes, 22 de octubre de 2018

21 de octubre. Un día gris...

La imagen puede contener: montaña, casa, cielo, exterior y naturaleza



Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Un nuevo día gris, un nuevo día tormentoso y con fuertes lluvias. Ha llegado el otoño y lo ha hecho tan visiblemente que se puede sentir, que se puede tocar.
Un nuevo día para sentarse en el sillón nuestro de cada día y hacer lo que uno pueda, quiera o deba.
Un día que por muy mal que esté no podemos olvidarnos de Dios y menos en su día.
Muchos le temen a quedarse en casa, estar con sus parejas, sus hijos, familia e incluso solo porque de tanto hacer, de tanto permanecer fuera hemos olvidado lo que tenemos dentro y después son unos desconocidos.
La vida se ha ido convirtiendo en una gran caja registradora donde todo suma menos lo que es la Familia, los valores, las creencias, la Libertad, que en verdad restan.
La vida, la que nosotros hemos hecho y no la que nos ha sido regalada, en muchas ocasiones no tiene sentido y de ahí que estemos hastiado con todo, la apatía nos corroa, la desgana nos venza...
Aunque haya un solo radiante solo vemos nubes tenebrosas que nos acogotan, nos limitan, nos hacen débiles y vulnerables.
Hemos "fabricado" nuestro día a día según nuestras apetencias, nuestros objetivos, nuestro egoísmo, hemos conseguido que todos sean sospechosos de llevar algún interés, que nadie es ya de verdad sino que llevan tras de si una gran carga de mentira.
¡No me extraña que la tristeza invada la vida!
Pero si en vez de mirar tanto para afuera, sospechar hasta de nuestra sombra, miráramos y mimamos más lo de dentro, hacemos Hogar y nos fijamos que nuestras parejas, nuestros hijos, nuestra Familia y amigos verdaderos son el mayor regalo, el mayor patrimonio, que podemos conseguir en la vida cuando llegaran los momentos de incertidumbres, los momentos tormentosos de nuestra propia existencia no fuera tan dura porque esa la soledad de la desconfianza ha dado lugar a sentirnos amados con quienes nos aman que son en definitiva el calor de nuestro interior, de nuestro Hogar.
¡Feliz domingo!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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