Buen día nos dé Dios.
No dejes que la niebla ciegue tu camino, no dejes que lo que digan los demás te aparten de tu senda...
Ya sabéis lo que le pasó a Jesús en su tierra, con su gente, que llegaron a cuestionarle todo porque decían saber quienes eran sus padres, sus primos, su familia...
Eso pasa siempre y eso también nos pasa a todos.
La envidia es el deporte "nacional" y cuando alguien destaca en algo, aunque sea lo más nimio, siempre se le infravalora, se le ridiculiza, en su tierra. Desprecian a esos hijos que pueden aportar mucho y estos al final cogen carretera y manta en busca de otros lares. Suele pasar que con los años vuelven y algunos en el mejor de los casos incluso le ofrecen esa oportunidad de reconocimiento que le negaron antes.
Esto pasa en todos los campos de la vida y en verdad dice mucho de la sociedad que hemos creado donde nadie se fía de nadie, donde los que destacan en valores, en lo académico, en lo intelectual, en su trabajo, son despreciados por esa masa que prefiere seguir mirando hacia su particular ombligo.
Nadie, nadie es profeta en su tierra y si lo eres es cuando ya has estirado la pata, has muerto o ya está casi todo dicho.
¿De qué vale un reconocimiento cuando uno ya no está? ¿De qué vale un gracias, un te apoyo, un te admiro, si no lo haces en su justo momento?
Somos muy olvidadizos con lo que queremos, tenemos una memoria muy selectiva que a veces nos lleva a engañarnos a nosotros mismos creyendo que ese o aquél es un mamarracho y que nosotros somos los que valemos. Cuando nos queremos dar cuenta ese voló y nosotros seguimos aquí de igual manera sin destacar en nada que en nuestra indolencia y en nuestro pequeño afán de "protagonismo".
El YO supera al tú, el YO supera al nosotros pero lo que no somos conscientes es que el YO es mortífero pues nos va envenenando de egocéntrica soberbia que nos hace alejarnos del resto por nuestra propia mediocridad.
Cuando YO sólo me veo YO algo empieza a fallar, cuando YO tengo más vigencia que TÚ entonces hay que preocuparse porque quiere decir que la niebla nos ha apartado del camino y nos ha cegado la senda. Cuando eso nos pasa hay que pedir a Dios nos de la Luz aunque para ello tenga que podar las ramas secas que nos impiden ver el bosque.
¡Feliz viernes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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