domingo, 31 de julio de 2016

31 de julio. En la salud y en la enfermedad: ¡¡Siempre Dios!!




Buenos días Villaluenga.

Buen día nos dé Dios.

Desde la tarde de ayer y lo que llevo de mañana llevo padeciendo con cierta intensidad las secuelas de mi enfermedad que me deja literalmente destrozado y con un cansancio que me hace no dar pie con bola.

Pero son en estos momentos de padecimientos, de dolor, de postración cuando más gracias le doy a Dios pues me demuestra que soy un insignificante hijo que necesita de la fuerza de su Padre. 

Y la enfermedad bien entendida desde la Fe es un privilegiado camino para encaminarnos a lo que en verdad quiere Dios de nosotros pues perdemos la "seguridad" de nuestra fuerza, de nuestro poder, de nosotros mismos!

Miramos con altivez a todos porque nos sentimos fuertes y hasta ciertamente poderosos. 

Pero que grande es Dios que cuando menos nos lo esperamos nos hace ver y sentir nuestra propia debilidad, que nuestra fuerza, poder, seguridad se puede mover con solo una brizna de aire.

Algunos en la enfermedad, el dolor, los padecimientos se revuelven y le echan la culpa a Dios, a todos menos a ellos mismos pues somos incapaces de ver nuestras miserias porque estamos tan distraídos con las de los otros...

Y la enfermedad bien entendida desde la Fe es un privilegiado camino para encaminarnos a lo que en verdad quiere Dios de nosotros pues perdemos todo lo accesorio que se nos va pegando a las suelas de nuestros zapatos y nos quedamos como lo que en verdad somos hijos sencillos y humildes que buscan los brazos del Padre para que que nos acoja, cuide y proteja.

Solo cuando somos débiles comprendemos la debilidad, solo cuando estamos enfermos somos sensibles a la enfermedad y a quienes la padecen, solo en la postración nos hacemos fuertes en la paciencia, solo en el dolor somos capaces de entender lo que significa ofrecer los mismos para lo que Dios quiera.

Y cuando nos recuperemos volvamos a caminar seguros pero no altivos, fuertes, decididos y con el poder que el Señor nos ha concedido para que amando a cada uno de nuestros hermanos lo amemos a Él que se entregó por todos para salvarnos sin pedir nada a cambio.

Hoy podríais pensar que no es mi mejor día pero es estupendo para mi particular camino de santificación pues no olvidemos que la salvación no se "compra" a golpe de talonario sino que se consigue a base de entrega a Dios y a los demás aunque te encuentres sentado en un sillón sin poder hacer nada más que ofrecer y orar.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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