Buen día nos dé Dios.
Cuando terminas con algo a lo cual has dedicado parte de tu tiempo, que es también de tu vida, siempre te suele quedar una extraña sensación "agridulce".
Por un lado piensas: Ya está hecho!! Y por otro notas ese espacio vacío en tu mente y que seguro llenas más pronto que tarde.
Pero lo que no debemos perder nunca es esa necesaria sensación agridulce que es una forma de decir que somos inconformistas.
Ser inconformista no es ser reaccionario sino trabajar día a día por esa perfección que nunca llegará pues a cada tramo de escalera nosotros mismos elevamos la altura.
Ser inconformistas es presentar tu trabajo lo más perfecto posible aunque sea imperfecto para ti. Es no confiarte ante los halagos ni venirte abajo con las críticas pues en los dos polos hay una parte de falsedad que al ser inconformista ni te planteas.
Hay que ser inconformistas en la vida, a cada instante, en cualquier momento porque así darás el ciento por uno desde que te levantas hasta que te acuestas.
Y piensa que ser inconformista no es malo sino muy bueno aunque al mundo y quienes lo dirigen prefieren más el conformismo que no se cuestione apenas nada y claro llevar la contraria siempre molesta.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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