Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Cuando era pequeño mis vivencias se pierden en el barrio del Carmen de mi bendita Isla de León, en las callejuelas, donde todos éramos Familia, donde las puertas siempre estaban abiertas y nadie era desconocido.
Ahora en mi madurez se enlazan vivencias de años atrás con mi hoy cuando se unen con Villaluenga del Rosario donde hace años resido, donde todos me han abierto sus brazos y corazones, donde me entrego porque no quiero ser desmerecedor de tanto cariño.
Sí, encontrarme con este bendito pueblo ha sido recordar las vivencias de mi infancia y juventud pues aquí me encuentro en Familia, donde las puertas siempre están abiertas y nadie es desconocido...
He sido educado desde chiquitito en la generosidad, en tener las puertas abiertas no solo de mi Atalaya sino de mi vida a todos los que necesitéis algo de mi, de nosotros. Vivir en la generosidad, en el altruismo, en la entrega, en el servir a todos sin mirar a quién porque quien comparte su vida con los demás comprueba en carne propia que el Amor que Dios nos regala se expande a nuestros hermanos y después cuando menos lo esperas vuelve a ti en forma de bálsamo reconfortante.
Por eso, por lo aprendido, por lo vivido, mi Atalaya que también es mi vida tiene siempre las puertas abiertas.
¡Abre las puertas a Cristo y con Él a nuestros hermanos!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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