sábado, 2 de julio de 2016

2 de julio: Hoy quiero invitaros a mi pueblo: A Villaluenga del Rosario.



Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
¡Hoy os quiero invitar a mi pueblo! ¡Hoy os quiero invitar a Villaluenga del Rosario!
¿Y por qué me podréis preguntar?
Es muy fácil de contestar.
Aquí se vive de otra manera, dándole valor a lo que en verdad tiene valor: La generosidad, el trabajo, los valores que se inculcan de padres a hijos, la amistad, las puertas abiertas a todos.
En Villaluenga nadie sobra y en sus casas todos son bienvenidos, sean quienes sean.
En este bendito pueblo de mi madurez y de adopción he encontrado las enseñanzas que me dieron mis padres cuando era un zagal. He encontrado el respeto hacia nuestros mayores, el valor de una juventud con arraigo en sus tradiciones, en sus devociones. Sí, he encontrado un lugar donde se potencia la niñez, se cuida, se mima.
Como dice mi querido Enrique Montiel, el paraíso tiene que ser como Villaluenga.
Por eso os invito a corazón abierto a que la conozcáis, a que os sintáis un poco de aquí cuando tan solo llevéis unos momentos porque en ese privilegiado rincón nadie es extraño y todos los que vengan a visitarla son acogidos con los brazos abiertos.
A este bendito pueblo servicial, sencillo, humilde y lleno de generosidad hay que venir a servirlo siempre porque haciéndolo también lo haces con todos sus vecinos que ya son nuestros por derecho propio y también a Dios porque cuando hizo el mundo se entretuvo un poquito más en hacer a Villaluenga.
Os invito a que conozcáis un lugar único en el mundo: ¡Villaluenga del Rosario!
Os deseo, mis queridos hermanos, un buen día y que Dios nos siga bendiciendo.

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