domingo, 4 de octubre de 2015

desde el tren. 3 de octubre.




Buenos días Villaluenga.


Buen día nos de Dios.



Muchas veces necesitamos que nos cubra como un velo fino para sentirnos más seguros y resguardados en la vida, un velo, un visillo, en el que puedas ver aunque en muchas ocasiones no seas visto.

Muchas veces estamos tan agotados que necesitamos curar las heridas que producen ese auténtico campo de batalla que se ha convertido el poder expresar con total libertad tu opinión, tu fe, tus creencias, tu forma de ser o pensar.

En este nuestro mundo parece que todo tiene que estar cogido, preparado, prefijado y no debemos separarnos ni un milímetro de lo que el "poder absoluto" haya decidido. Malo si lo haces y peor si lo mantienes.

Pero este poder tan absoluto no puede hacer nada contra Dios, contra la Madre Iglesia Católica contra los que cumplimos el mandato de Cristo porque el Mal no puede, por más que lo intente, con el Bien.

Cielo y Tierra pasarán pero la Palabra de Dios no pasará. Esa es la gran victoria a los que creen manejarlo absolutamente todo.

Demasiadas veces se valora un perfil plano, ambiguo, que no diga nada y que si tiene que dar un mensaje este se olvide cuando se coja la puerta. Para las mentes dormidas y adormiladas no hay nada ni nadie peor que esos que remueven las conciencias y crean opinión.

Ya lo dejó dicho Jesús: Las mies son muchas y los trabajadores pocos. Y también las mies están en los medios donde cada uno pueda actuar siendo muy necesaria en la vida pública, en los medios, en las redes porque desde aquí se puede propagar el mensaje de amor que es en definitiva Dios que nos quiere por igual y nos ha hecho a todos único y exclusivos con nuestros sentimientos, con nuestros dones y con nuestros talentos y no unos simples números que se pueden manejar y que tienen un único mensaje el prefijado y programado por el poder del mal que es el poder que quiere controlar y gobernar un mundo global con un gobierno único.

Me gusta que el fino velo me de paz, descanso, sosiego para seguir haciendo lo que Dios quiere y en la forma y manera que Él lo desea.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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