martes, 13 de octubre de 2015

desde el tren. 13 de octubre. ¡Llueve!




Buen día nos de Dios. 

Mientras escribo esta reflexión no llueve y un suave sol hasta nos envuelve.

Ayer a media tarde mientras contemplaba llover sentado en la puerta de la Atalaya pensaba lo bonita que es la lluvia siempre y más cuando cae tranquila y elegantemente. 

El olor a tierra recién mojada es un perfume natural que no cuesta nada aunque para uno tenga incalculable valor. 

Ese olor nos traslada a la niñez de nuestra vida donde todo era una sorpresa, todo una aventura. 

Necesitamos ver y también sentir como nos llueve encima, que esas gotas que caen del mismo cielo nos limpie de tantas pobrezas de corazones pétreos, insensibles, egoístas, desmemoriados, orgullosos...

Necesitamos que la lluvia fresca se lleve tan malos humores, tantos temores, demasiadas infelicidadez que no tienen razón de ser. 

Necesitamos las gotas frescas de agua que refresque nuestras conciencias, memoria, hechos y realidades de nuestro propio existir. 

Necesitamos esa lluvia que aleje de nosotros ese aire viciado donde el dolor, el miedo, el rencor, las cuentas impagadas queden atrás en lo más lejano y nebuloso de los recuerdos. 

Necesitamos que la lluvia que cae directamente del cielo nos limpie para ver bien claro cuál es nuestro hoy porque así podremos construir con la ayuda de Dios nuestro mañana donde ser y hacer felices a todos debe ser una prioridad. 

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario