Buen día nos de Dios.
Vivimos tiempos de incertidumbres y eso nos hace ser temerosos y desconfiados.
Parece que el suelo que pisamos se va abriendo hasta hacernos tambalear. Mucho de lo que creíamos se diluye como azucarillo en el agua y nada se parece a lo que habíamos conocido.
Todo va cambiando menos nosotros que caminamos tropezando por la vida donde las expectativas son las que nos muestran ni más ni menos.
Relaciones, amistades, lealtades sucumben ante el supremo interés del orgullo, la soberbia y el miedo a conocerse en realidad. Creemos que somos como somos y que nada ni nadie nos puede cambiar.
¡Qué ciego somos! Vivimos en la penumbra consentida y nos quejamos de la oscuridad aunque no hagamos nada para sacar nuestra cabeza a la luz.
¿Cuando nos daremos cuenta de que Dios es nuestra única certidumbre y que con Él el terreno que pisamos es firme?
¿Cuando entenderemos lo que el Señor quiere de nosotros a cada instante?
¿Cuando seremos conscientes de que vivir en el Amor de Cristo nos hace ser felices y nuestra vida se llena de Paz y tranquilidad donde el miedo no tiene cabida?
¿Queremos ser de Dios o de un mundo que poco a poco camina a su perdición?
Yo lo tengo claro: ¡Soy y quiero ser de Dios!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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