Buen día nos de Dios.
¡ Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra!
Y estamos tan cansados de ser apedreados...
¿ Y de apedrear? ¿Nos cansamos?
Cuando realmente nos demos cuenta de que Jesús no nos pide grandes y vistosos sacrificios sino que practiquemos la misericordia será cuando nos vayamos enterando de qué va esto.
Los fariseos ponen a la mujer adúltera para que la condene y él le ofrece su perdón. ¡Vete y no peques más! Le dijo y nos dice a nosotros a cada instante.
¿Somos nosotros tan generosos con los demás como es Jesús?
Realmente pienso que no.
¿Cuántas veces señalamos con dedo inquisidor a quién no piensa, opina, cree, vive su vida, de distinta manera que nosotros?
¿En qué potestad nos creemos para dogmatizar intentando imponer nuestros criterios morales, de pensamiento u opinión a los que difieren de nosotros?
Cada gesto de menosprecio, de soberbia, chulería, cada vez que señalamos a quién tenemos a nuestro lado o enfrente son "piedras" que tiramos a nuestro propio tejado haciendo un innegable daño a los demás como, a la fin y a la postre, a nosotros mismos.
Después de pasarnos el día juzgando y prejuzgando a los demás nos acercamos a comulgar como si tal cosa.
No, antes tenemos que pasar por el Sacramento de la Penitencia y confesar todos nuestros pecados, nuestras piedras, a Dios que es el único juez justo y misericordioso a la vez.
Comulgar limpio de pecado es acoger el Cuerpo de Cristo en nuestras entrañas que se convierte en un reluciente Sagrario temporal.
Y al rezar en la intimidad con el Señor dentro de ti escuchar que cada latido del corazón nos dice: ¡Anda, vete y no peques más!
Enseñame, Jesús a tener misericordia con mi prójimo porque teniéndola la tendrás conmigo.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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