Buen día nos de Dios.
Vive la humillación con humildad como si fuese un precioso don.
Quiero Señor que me des la humildad de un niño pequeño que necesita de todos para vivir.
Quiero Señor que destierres para siempre el YO y que vea que lo realmente importante es el TÚ.
Quiero Señor que nubles mi vista al resentimiento que producen las injusticias porque el daño que se puede hacer no es el mejor ofrecimiento que podemos realizar.
Quiero Señor que no me crezca y enaltezca por nada pues lo poco bueno que pueda hacer no es obra mía sino de Tuya.
La humillación no es mala sino necesaria para vivir y crecer en la fe así como imprescindible purificación hacia la meta de nuestra vida: ¡La santificación!
Puede que al principio nos cueste porque todavía tenemos ahorrado suficiente orgullo y soberbia en nuestra particular cuenta aunque al final Jesús te va abriendo los ojos de la ceguera donde estamos instalados y nos hace ver que el que se humilla al final es enaltecido.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Esta reflexión se la quiero dedicar a mi querido y buen hermano Manuel Bernal López que no debe olvidar que la enfermedad nos hace humillarnos pues no abaja de donde estamos instalados y solo Dios haciendo su voluntad en nuestras vidas nos enaltece y nos cura aunque palpando el inconmensurable Amor que Él nos tiene ya nada volverá a ser como antes.
Mi querido Manolo : Estás en mis oraciones ante la inminente intervención quirúrgica que te tienen que practicar.
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