martes, 17 de marzo de 2015

desde el tren. 17 de marzo. ¡Madre!




Buen día nos de Dios. 

Madre, Tu mirada me implora a compartir tu soledad, tu tristeza y el destierro a la muerte que han perpetrado a tu Hijo, Nuestro Bendito Jesús. 

Podrán intentar aniquilar nuestras vidas con persecuciones estériles que matan el cuerpo y salvan el alma. Podrán intentar destrozarnos con campañas de acoso y derribo pero no conseguirán nada más que reafirmar mi Amor por ti, tu Hijo, por la Santa Madre Iglesia que es una forma de decir con el prójimo. 

Tú gesto me dice: ¿Por qué? Y no puedo pronunciar palabra alguna que consuele tanto desconsuelo y pesar. Sólo me quedo callado mirando y admirando a los ojos de María y a pesar del pesar puedo llegar a tocar la Fe. 

La Fe de quien aceptó la Voluntad del Padre desde la Anunciación hasta ver a Su Hijo muerto colgado en una cruz donde todos sin excepción se han encargado de martirizar y hacerle daño. 

El mundo no ha cambiado tanto pues casi siempre al bueno se le hace daño gratuito, se le azota y persigue hasta intentar que hagan lo que dicen que tienes que hacer. 

En un mundo lleno de submundos de pensamientos únicos soy de los que defiendo la única Verdad que nos hace Libre: Jesús. 

Y viéndote Madre del Rosario eterna dolorosa intento comprender tanto dolor y luego mis ojos se desvían hasta posarse en los de Jesús que nos aguarda como siempre en el Sagrario y ahí, justamente ahí, queda explicado todo y que en este mundo tan descarriado siempre está Cristo, está Jesús. 

¡Déjate impregnar tu corazón por el dolor y el penar de María y el Amor Absoluto de Jesús que a todos nos iguala! 

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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