jueves, 6 de noviembre de 2014

desde el tren. 6 de noviembre.

Buen día nos de Dios.
¡Si no quieres complicaciones no te metas en nada porque te puede perjudicar!
En realidad son muchos los que piensan así.
Para que todo te vaya "bien" hay que aplaudir siempre a la "autoridad competente", no meterte en refriegas innecesarias y menos defender lo que piensas, lo que crees porque eso puede ser motivo de discordia y ya sabemos que la coherencia solo trae soledad, incomprensión y el dejar de pertenecer a la "élite".
Recibir invitaciones, ser tenido en cuenta, pertenecer al "tejido social" influyente es más que esas milongas de los que defienden, sin importar nada ni nadie, su pensar, su creer, la fe.
¿Qué es eso de amar a nuestros enemigos? Si lo que me pide el cuerpo y los "influyentes" es todo lo contrario. Si para mantenerme tengo pisar a quien sea y lo que sea.
Así piensan los que tienen al mundo como referente y guía de sus vidas.
Así piensan que el dar culto a Dios es presenciar una procesión desde un sitio preferente mientras mastican un chicle, así piensan los que anteponen sus "intereses" a los de los demás incluso a la fe en Dios que dicen tener.
¡Por sus hechos los conoceréis!
El defender, de la forma que sea tu pensamiento, ideas, creencias y sobre todo la fe no te traerá felicitaciones, parabienes, puestos de terrenal poder sino más bien marginación, humillaciones, persecución y soledad. Y yo digo: ¡Bendita soledad si me acompaña Cristo, mi hermano y maestro! ¡Benditas persecuciones, humillaciones si son por defender a Dios y su Evangelio! ¡Todo lo doy por bien hecho con tal de vivir con intensidad mi particular camino de santificación!
Mientras el mundo con sus "influencias" nos dice que "miremos para otro lado" Cristo me dice que mire a los ojos a mi hermano, le de la mano y que sientan que me tiene siempre a su lado porque el " Amor con Amor se paga".
Ahora me retiraré a un rato de oración ante Jesús Sacramentado para que insufle mi alma de Paz, Amor y fuerzas para seguir trabajando en las mies del Señor.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

1 comentario:

  1. Dios te llene de muchas bendiciones, hermano Jesús, y a tus seres queridos.

    Y muy buenos días,

    Seguir los pasos de Cristo es acarrearnos en este mundo ciertas complicaciones. No importa, es una ventaja para crecer en humildad y paciencia,

    • «En esto consiste la paciencia de los santos: que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (Ap. 14, 12).

    Hay momentos en que parece que podríamos perder la paciencia, pero cuando levantamos nuestro corazón, pensamientos y ojos al Señor, el mar turbulento se vuelve sereno. Ya que hemos dicho sí, a la invitación del Señor, para caminar en su mismo Espíritu. Y es gran ganancia para nosotros. La paciencia de los santos, la humildad que Cristo nos pide


    • «Venid a Mí todos los fatigados y agobiados, y Yo os aliviaré. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí, que Soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt. 11. 28-30).

    Este es el comentario doctrinal o catequético, de la Lectio Divina, que podemos leer en el Nuevo Testamento, (Eunsa) y explica el pasaje del Evangelio: Mt. 11. 28-30,

    • El «yugo» (vv. 29-30) era una palabra que se utilizaba para referirse a la Ley de Moisés (cfr Si 51,33), que con el paso del tiempo se había sobrecargado de minuciosas prácticas insoportables (cfr Hch 15,10) y, a cambio, no daba la paz del corazón. El Señor había anunciado para los tiempos futuros una nueva época de restauración, en la que iba a atraer a sus fieles «con vínculos de afecto..., con lazos de amor» (cfr Os 11,1-11 y nota), y Jesús, con la imagen de su yugo y su carga ligera, se presenta como esa nueva iniciativa de Dios: «Cualquier otra carga te oprime y abruma, mas la carga de Cristo te alivia el peso. Cualquier otra carga tiene peso, pero la de Cristo tiene alas. Si a un pájaro le quitas las alas, parece que le alivias del peso, pero cuanto más le quites este peso, tanto más le atas a la tierra. Ves en el suelo al que quisiste aliviar de un peso; restitúyele el peso de sus alas y verás como vuela» (S. Agustín, Sermones 126,12).

    Jesús es también «manso y humilde de corazón» (v. 29). Con esta expresión, que sirve de elogio en las bienaventuranzas (cfr 5,5), se designa en el Antiguo Testamento (cfr Sal 37,11) a la persona paciente, que desiste de la cólera y del enojo, y que pone su confianza en Dios. Al presentarse así, Jesús une sus exigencias a su Persona: «¡Gracias, Jesús mío!, porque has querido hacerte perfecto Hombre, con un Corazón amante y amabilísimo, que ama hasta la muerte y sufre; que se llena de gozo y de dolor; que se entusiasma con los caminos de los hombres, y nos muestra el que lleva al Cielo; que se sujeta heroicamente al deber, y se conduce por la misericordia; que vela por los pobres y por los ricos; que cuida de los pecadores y de los justos... —¡Gracias, Jesús mío, y danos un corazón a la medida del Tuyo!» (S. Josemaría Escrivá, Surco, n. 813).

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    Dicen que ser cristiano es muy duro, pero Cristo nos alivia esas cargas de durezas. Nuestro hombre viejo es exigente y respondón, demasiado protestón; incapaz de comprender cuando hay necesidad de guardar silencio. Y por eso, siempre estaremos junto a su Divino corazón, y a los pies del Sagrario, porque Cristo nos consuele. El consuelo humano no tiene la efectividad que cuando Cristo viene a ayudarnos, y la Santísima Virgen María, siempre está con nosotros.

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