miércoles, 26 de noviembre de 2014

desde el tren. 26 de noviembre.



Buen día nos de Dios.
Es la paciencia una virtud que no está muy desarrollada por nosotros mismos.
Tendemos a todo lo contrario, a ser muy impacientes, tenerlo todo y en muy corto plazo. Parece que nos va la vida en tantas tonterías, en muchas majaderías que lo que hacen es entorpecer nuestras acciones y pensamientos.
Dios, cuando nos toca, lo hace con su "varita" y nos dice que no corramos tanto, que los días no amanecen antes porque nos despertemos demasiado temprano, que el camino sigue estando ahí donde ayer lo dejamos, que con tantas prisas podemos perder mucho tiempo y no percibir lo realmente importante.
Que son muchos los que esperan una sonrisa, un abrazo, una mirada de consuelo, unas palabras de ánimo...
Que son muchos los que necesitan de nuestro tiempo para andar caminando demasiado rápido y perdernos lo mejor que nos ofrece el Señor cada día: Un anaranjado amanecer entre montañas, detrás de mar o en el diáfano cielo, el verdor del campo fresco, el gris del monte, la inmensa tonalidad del mar, escuchar un gallo en el pueblo o una ciudad como inicia su mañana recobrando su particular murmullo.
Cuando vivimos en la precipitación no nos percatamos de la sonrisa de un niño, de la mirada dulce de un anciano, de la compañía de nuestros seres queridos o la palabra de esa persona que necesita hablar.
Cuando vamos demasiado rápido y pasamos por alto la paciencia que es camino seguro hacia el sosiego que da tranquilidad al espíritu no llegamos a disfrutar de las cosas verdaderas e importantes de nuestro día a día y si no somos capaces de eso, ¡Cómo vamos a rezar, meditar, reflexionar y encontrarte plácidamente con Dios?
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios siga bendiciendo.

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